jueves, 23 de febrero de 2012

miércoles, 15 de febrero de 2012

La decisión de perdonar


Estoy en el aeropuerto de la ciudad de Dallas, decido escribir aquí conectando mis emociones y pensamientos para poder compartir contigo el aprendizaje de unos días de intenso trabajo con la Comunidad Hispana en este lado de USA. Mientras hago una pequeña meditación en movimiento por el aeropuerto, agradeciendo la hospitalidad y apertura de tantas personas y soltando la experiencia para quedarme sólo con la sabiduría, veo los rostros de la diversidad de razas, vienen a mi mente personas y experiencias con las que conecté.
Trabajé un taller sobre el perdón y recuerdo una madre que tuvo intento de suicidio y acabó en una clínica psiquiátrica; un padre que no acepta que su hija de 22 años haya decidido casarse, interrumpir sus estudios y desconectarse de la familia; un adolescente con cara de amargura durante tres horas seguidas; una esposa resignada a “jalar sola la carreta” por la pasividad de su marido…  ¿Cómo convertir estas difíciles situaciones en energía para vivir? ¿Es posible esa alquimia? ¿Cómo se hace?
 
En primer lugar te comparto que mis emociones y pensamientos en este instante se serenan y me percibo como un simple instrumento para ayudar a que otros encuentren en su interior herramientas para ser ellos mismos, a la vez que la decisión de utilizarlas. También te comparto que he aprendido que perdonar es un proceso que ayuda muchísimo a liberar rencores, rabia, dolor y culpas. Y por último descubro que el primer paso para poder perdonar es DECIDIR hacerlo.
Sigo viendo rostros diversos y no me aguanto las ganas de pensar qué habrá dentro de cada cabeza, en cada persona ¿Qué experiencias dolorosas estarán ahora rondando? ¿Qué historias de rencor se estarán contando? ¿Cuántas intenciones positivas aflorarán del corazón con ganas de resolver y comprender? ¿Qué expresa cada rostro y cada movimiento corporal? De nuevo me descubro observando y agradeciendo la posibilidad de entrar a mi propio interior y de ser facilitador de que otros entren al suyo.
Respiro profundamente y descubro qué rico es hacerlo conscientemente. La expansión de mi tórax crea una sensación de amplitud, de dicha y la expulsión de gases de desecho me hace pensar en que todo lo tóxico de mí sale y quedo purificado y renovado. Ahora pienso que ese movimiento respiratorio llevo haciéndolo desde el primer instante de mi presencia física el día de mi nacimiento, hasta ahora. También pienso en que la frecuencia de mi respiración es muy alta, cada tres segundos una vez. Me da risa recordar que casi nunca me doy cuenta de algo tan evidente. De nuevo agradezco y tomo conciencia de que soy maravilloso, que tengo un equipo sensacional que no me ha costado nada, que me lo han entregado gratuitamente y que lo puedo disfrutar.
Creo que decidir perdonar es estar consciente de que valgo mucho, de que estoy completo, de que tengo millones de posibilidades cada día para hacer, sonreír, vivir, contactar, amar y ser feliz. Perdonar es descargar, soltar, decidir contar la historia desde la perspectiva de la posibilidad, del crecimiento y dejar de contar las historias de rencor, las tragedias diarias. Perdonar es centrarnos en la salud y no en la enfermedad, es ver la luz y la sombra y disfrutar de ambas, es querer ver lo bueno que existe en el otro y reconocer que no todo es como nos gusta, pero que en el otro puede que tenga sentido ser como es.
Si hoy decides perdonar, creo que encontrarás los resultados antes de lo que esperabas. Te comparto algunos tips que me sirven para hacerlo:
1.      Piensa en una situación que no te agrade, sea persona, experiencia, circunstancia o historia. Puede ser del trabajo o de la familia, una persona o un grupo. Al pensar la situación afina todo lo que puedas ¿Cuál es la ofensa? ¿Por qué me molesta? ¿Desde cuándo siento esto?
2.      Elabora una declaración de esperanza en positivo. Por ejemplo “Pienso que mi hijas que se acaba de casar tiene todas las herramientas para ser feliz”; “estoy seguro que este dolor que siento me ayuda para crecer”; “Creo que esta dificultad me está haciendo fuerte”.
3.      Reconoce que al respecto ya tienes algunos conocimientos: “Conozco a mi hija desde hace 22 años y sé que es capaz, aunque ahora me siento triste por su decisión”; “Aunque el dolor a veces opaca mi mente, recuerdo algunas ocasiones en que he salido de situaciones como esta y peores”.
4.      Reconoce la INTENCIÓN POSITIVA, que hay detrás de cada conducta humana. Muchas veces no entendemos los comportamientos de los demás, sin embargo podemos profundizar hasta descubrir que en cada conducta existe una intención positiva. Recuerda por ejemplo la última discusión o pelea fuerte que tuviste en casa con tu pareja o con alguno de tus hijos, trae a tu mente tu propio comportamiento que ahora no valoras acertado, piensas en qué pretendías con dicha conducta y verás cómo descubres tu intención positiva.
5.      No olvides respirar conscientemente, tantas veces como te acuerdes.
Gracias a todo los que me realimentan con sus comentarios.

Con mi cariño de siempre
José Luis

viernes, 3 de febrero de 2012

Cupidos Modernos

Y cuando hablo de un “cupido moderno” no me refiero sólo a un cupido electrónico, o que use todo el marketing posible, para apantallar, para idealizar y vender, porque entonces no estaría yo hablando de lo moderno, sino sólo de lo contemporáneo, de algo que puede ser y desaparecer, porque es del momento, sin probar que deja huella y que forjará historia.

 Cupido, el flechador, el que une corazones, el símbolo tan usado para caracterizar el mes de Febrero, y tan pervertido por la comercialización actual donde el vender es la meta, porque el tener es lo que cuenta, ha empañado ya tanto su verdadero sentido, que se ha vuelto antiguo, como tan antiguo es el engaño, y la mentira.

El Cupido moderno, como todo lo moderno, busca más significados que formas, más esencias y menos comparsas, más ahorro en todo porque somos muchos, y con más inteligencia para lograr mejores resultados. Y sin embargo, como una buena paradoja de la vida, porque la vida es eso, un conjunto irremediable de paradojas, todavía volvemos a lo antiguo, porque aparentemente reditúa más, y nos enceguecemos todos, como Saramago diría, en su ensayo sobre la ceguera.

¿Qué busco en el otro o en la otra? Hemos perdido el sentido de la “otredad” como misterio, para convertirlo más fácilmente en un objeto de mercado. Me gustas y trato de comprarte, aunque no te conozca. ¿Para qué sirve conocerte si me vas a engañar siempre? Eso parecen decirse muchos jóvenes que van desde la primera noche a satisfacerse, sin entregarse, pero, perdiendo ambos, porque en esa media entrega se deshilachan mutuamente.

La amistad es un borde bueno, un fuerte acantilado, desde donde se pueden medir las olas y atemperar su fragor pasional. La buena amistad es un arrecife que aminora los tsunamis emocionales. Una amistad honesta es una gran fraternidad contra el aislamiento diario. Pero, como una amistad toma su tiempo, preferimos no dimensionarla, nos come la prisa, la emoción de lo inmediato, preferimos el mar abierto, aunque sus olas nos devoren. Hay tiburones llamados enfermedades, depresiones, desilusiones que rompen hasta las articulaciones del alma, pero, los preferimos hasta que vemos flotar los restos sobre el agua. ¡Y no aprendemos!

El cupido moderno, busca también en el amor, un desarrollo sustentable. Sabe, después de tantas tragedias, que hay que construir despacio y fuerte, que los amores a primera vista por lo general se desvanecen. Y le apuesta más a lo que es el otro, que a lo que tiene el otro, sea lo que sea, porque en lo contemporáneo sabemos cómo se puede engatusar, incluso hasta al más avezado. Que hay que construir con el otro, no caer sobre el otro, y menos después de una noche de farra, donde ya difícilmente se levanta uno inmune.

El cupido moderno quiere gozar largamente, porque sabe lo que cuesta la vida. Y como la ama, pretende saborearla toda, en lo difícil, en lo sublime, en lo doloroso, en lo gozoso, por eso se fija en los valores, hábitos, familia, y disciplina del otro, porque quiere construir y desarrollar. Hoy ya muchos cupidos, empiezan a invertir su tiempo y dinero de distintas maneras en esa fecha.

¡Enhorabuena cupidos modernos!

Con un abrazo: Juan Ignacio.