Queridos amigos:
Quiero hoy traer a colación el
recuerdo de esta renovada película de reciente aparición: “Nosotros los
nobles” que posiblemente ya todos ustedes vieron y si no, los invito a
que la vean, porque nos puede dar algunas estrategias para el tema de
nuestros hijos y la educación.
Porque sin darnos cuenta,
y por todo lo que tal vez nos costó crecer y desarrollarnos como hijos y
profesionalmente, queremos darles a nuestros descendientes lo mejor en
todo, para que ellos no sufran lo que nosotros, para que tengan mayor
seguridad, por los tiempos que corren. ¡Porqué desde luego somos nobles,
de corazón, de nacimiento, y hasta tal vez de apellido!
Hay,
muchos jóvenes como nuestros hijos, que no tienen que preocuparse de
pagar renta, comida, servicios, y poseen la mejor ropa de marca, y los
adelantos más sofisticados, porque tienen al mejor papá del mundo. Y esto
hace que cada vez sean más los jóvenes que aunque terminan su carrera,
viven a expensas de sus padres sin buscar independizarse del todo, y
sin reconocer el valor de ganarse las cosas a través del esfuerzo.
Esta
realidad, aunque se muestra de forma divertida en la película, es una
problemática que de acuerdo con los expertos sólo está engendrando una
generación de adultos inútiles y débiles psicológicamente: Cosa que ya
estamos padeciendo al contar en el País con varios millones de los mal
llamados “ninis”.
A los hijos no se les está exigiendo
nada, y por eso se les llama ”generación del merecimiento”. Son chicos
súper débiles: Se traumatizan con todo, se deprimen de todo, se quieren
suicidar por todo, porque no saben luchar.
Les quitamos la
capacidad de postergar la gratificación, de trabajar duro y de luchar por
lo que quieren porque les damos demasiado. Les enseñamos algo muy grave a
los hijos: Su función es recibir, y la nuestra como papás es darles. Les
enseñamos a recibir, pero, no a dar, y mucho menos a merecer. Estamos
viendo por todos lados, una cantidad de jóvenes malagradecidos, flojos,
sin entusiasmo. Les hemos hecho pensar que lo merecen todo, por eso ya no
piden, exigen.
Es una generación muy cómoda, viven con pocas carencias y muchas
comodidades. No viven las consecuencias de sus conductas o sus malas
decisiones, están siendo sobre protegidos y no hay responsabilidades.
Todo
esto hace que crezcan en un mundo virtual y ficticio. Un enfoque en el
que el fin es la felicidad y no el resultado de acciones gratificantes, y
se van quedando como adolescentes permanentes. ¡Cuidado, porque son
niños que hoy te piden las cosas, cuando adolescentes te exigen las
cosas, y cuando adultos te quitarán todo lo quetengas!
Por eso queridos amigos veamos algunas estrategias que nos pueden ayudar, reflexionadas de la película:
1. Establezcamos reglas: Los hijos tienen derechos, pero, también obligaciones.
2. Hagamos que los chicos se esfuercen por lo que quieren. El esfuerzo los hará responsables.
3.
Cuando el hijo nos pida algo, analicemos sus motivaciones: ¿Quiere tener
eso para estar a la moda? ¿Quiere tenerlo para no sentirse menos?
¿O realmente lo necesita?
4. Estemos conscientes de que
si los hijos carecen de algo, eso no los traumará por el resto de sus
días, al contrario, hagamos que valoren lo que tienen, y formen su
carácter, sabiendo esperar y conseguir. Que coman de todo, que no
desperdicien, tiren y pierdan. Que ayuden en la casa.
5.
Cuando les podamos dar algo especial, ellos tienen que saber que es una
gratificación bien ganada. Cuando les damos dinero, ¿Les enseñamos a
administrar y exigimos cuentas?
6. Enseñémosles a compartir, a dar, a cooperar, a fraternizar, porque de otra manera los deshumanizamos.
7.
Que sepan admirar, y agradecer. Que aplaudan a quien lo merece, que
sepan dar las gracias a su maestro después de una clase, o a su mamá
después de la comida, o a quien les ha ayudado.
8.
Que en el colegio sepan entregar bien sus trabajos, respetar las normas,
hablar con respeto y comportarse dignamente. Hoy parece que la vulgaridad
nos ha colmado y se los permitimos.
9. Que nos vean
modelar la alegría de vivir, siendo amablemente enérgicos y enérgicamente
amables. Personas que nos esforzamos, pero, que también disfrutamos,
porque merecemos.
10. Y que perciban por nuestro
ejemplo que el trabajo, no es un fin, sino un medio por el cual se
manifiesta nuestro espíritu, nuestra creatividad, nuestro servicio, y que
el dinero sólo es una retribución no siempre justa, ni equitativa, ni el
satisfactor pleno de nuestra felicidad.
Con mi cariño:
JUAN IGNACIO.