lunes, 17 de junio de 2013

ENFOQUE PROFUNDO



“Algunas veces vuelo, y otras veces, me arrastro demasiado a ras del suelo”. Lo canta Joaquín Sabina ¿Te ha pasado alguna vez? No se trata de bipolaridad clínica, sino de humanidad común. Sentimos, pensamos, tenemos un cuerpo con hormonas, y químicos que van y vienen a través del torrente sanguíneo, generando sensaciones, emociones, sentimientos y una serie de actitudes que nos llevan a comportamientos. A ratos ese dinamismo nos hace sentirnos felices, exitosos, ganadores, líderes… y otras veces sentimos que “ponemos un circo y nos crecen los enanos”.
 
Es simple cuando podemos observarlo, conocerlo y aceptarlo como “la realidad” y vamos aprendiendo a vivir con ella encontrándole el sentido que tiene de aprendizaje y crecimiento. Curiosamente cuando nos volvemos “el observador” de nuestros propios procesos mentales, emocionales, físicos y espirituales, vamos encontrando que la vida no es tan complicada y que estamos dotados de múltiples herramientas para afrontar, resolver y disfrutar.

 Cuando no se encuentra el sentido se buscan “caminos alternos” que en ocasiones son destructivos de nosotros mismos y entonces en lugar de resolver nuestra existencia la vamos complicando. Es el caso de las adicciones de todo tipo: sustancias, trabajo, sexo, comida, tecnología, compras…
Hay algunas de estas desviaciones que podríamos llamar perversiones (por buscar algo donde no está, o buscar en el objeto equivocado), que hoy afectan directamente sobre todo a la población en busca de identidad como son los adolescentes y los jóvenes. La anorexia y la Bulimia como trastornos alimenticios, son comunes.
ANOREXIA: La anorexia nerviosa es un desorden alimenticio y psicológico a la vez. Esta condición va más allá del control del peso: el enfermo inicia un régimen alimenticio para perder peso hasta que esto se convierte en un símbolo de poder y control. De esta forma, el individuo llega al borde de la inanición con el objetivo de sentir dominio sobre su propio cuerpo. Esta obsesión es similar a una adicción a cualquier tipo de droga o sustancia. Hoy en día, se registran 4 casos de anorexia por cada mil personas.
BULIMIA: Es un desorden alimenticio. Esta enfermedad se caracteriza por episodios secretos de excesiva ingestión de alimentos, seguidos por métodos inapropiados para controlar el peso como el vómito autoinducido, el abuso de laxantes o diuréticos y la realización de ejercicios demasiado exigentes para el cuerpo. En un 70% de los casos este trastorno acompañado de anorexia (bulimarexia) y en un 30% se manifiesta como bulimia pura. 
Pienso que la base del éxito en la vida (entendiendo éxito como la realización personal que nos da satisfacción y deseo constante de crecer) reside en el interior de la persona; no arriba, no abajo, no adelante, no atrás, sino DENTRO. Si vivimos en esta sociedad enfocada hacia afuera, con toda seguridad nos engancharemos con lo que da placer inmediato, lo que vende, lo que enaltece la imagen o lo que nos mantiene en el EGO. Por ahí va la visión distorsionada, no vemos lo esencial, nos quedamos en las formas y esto hace que la búsqueda de la felicidad sea hacia dónde no se encuentra.
Si cambiamos el enfoque y ejercemos la mirada interior, entonces nuestro cuerpo será aliado del ser, no enemigo; la comida será para gozar, nutrirnos y darnos energía, en lugar de una carga a vencer; el sexo será un instrumento de comunicación del ser y no una búsqueda irracional de placer. En fin que todo tendrá un sentido para la vida y no un huracán de consumo irracional que desgasta y arruina.

Con mi cariño de siempre
 José Luis  

lunes, 3 de junio de 2013

LA PERMEABILIDAD DE LAS INSTITUCIONES



Hoy, a unos meses del nuevo gobierno vamos viendo mucha desilusión, y el “pacto por México” como imagen pública se ha desgastado, porque parece que vamos remando para lados distintos los ciudadanos y el gobierno.


El gobierno insiste en la construcción de un estado fuerte y el fortalecimiento de la oficina presidencial, mientras que el pueblo siente que nuestras dificultades no surgen de una supuesta debilidad del estado mexicano como tal, sino de su utilización parcial y el aislamiento de la clase política de la sociedad.



 El 73% de la población se encuentra insatisfecha con el funcionamiento de la democracia. Y el artículo de John M. Ackerman en la revista Proceso del 21 de Abril de 2013, sigue profundizando al respecto.
Si esto fuera sólo a nivel político no nos asustaría, diríamos que es el continuismo, el favorecer a los cuates en turno, el ver los propios intereses y…más de lo mismo.
El problema es que si en una empresa el 80% de los errores son imputables a las cabezas, en la empresa nación, con más razón…y ¿En la empresa familia?
Porque vamos aprendiendo eso que vemos, escuchamos, nos dicen que es lo urgente “el fortalecimiento de la cabeza y la economía” cuando sentimos que lo urgente es que la clase política se encuentre con y entre el pueblo, que las leyes surjan de ahí, que no se aplique sólo para unos y se persiga a otros, y que vayamos juntos en la misma dirección.
Hoy también papá y mamá sienten que deben hacer fuerte la economía familiar, y salir a trabajar los dos, aunque se vaya marcando un distanciamiento con los hijos, una falta de comunicación entre todos, y el poder económico que se va logrando se use para cosas no necesarias, ni con el consenso de todos, ni en justicia, ni en democracia.
 Se va rompiendo la nación como institución, y se va rompiendo en consecuencia la familia como célula social. Ya no creemos en el discurso político, pero, tampoco en el de los papás, porque va sonando a hueco, no vemos coherencia: “Lo más importante son mis hijos, la familia”, pero, no se les da ni tiempo, ni encuentro, ni vida. “Nadie sobre la ley” y vemos que toman rectoría, casetas, destruyen tiendas, se usa el dinero con fines electorales, y no pasa nada.
 Así lo vemos, así lo aprendemos, así lo imitamos. Y todo va permeando de arriba para abajo, y las instituciones como marco referencial dejan de ser significativas. Esta es la gravedad del problema, que llega a toda la sociedad.
Nos vamos volviendo débiles ante los principios, y prepotentes con los débiles.
¿Ese es el México que queremos, querido lector?

Con un fuerte abrazo: 

JUAN IGNACIO.