martes, 23 de diciembre de 2014

Nuestros mejores deseos para ti

Con un fuerte abrazo.

LIC. JOSÉ LUIS GÓMEZ CAMPOS
DORDESA QUERÉTARO
CEL: (442) 156 10 37



domingo, 7 de diciembre de 2014

ESCASEZ O ABUNDANCIA

Cada vez más convencido del poder que los pensamientos tienen sobre la mente, y que ésta regula nuestra vida física y psíquica, incluso diría que está altamente relacionada con la espiritual, hoy viene a mí el concepto: “ABUNDANCIA Vs. ESCASEZ”. Haciendo énfasis en que si mi pensamiento se centra en lo que me falta, en lo que no tengo, en lo que después vendrá, etc.


Mi mente se irá configurando con ese sentido de escasez, lo que generará angustia. Por otro lado si mi mentalidad es de abundancia, entonces mis pensamientos irán hacia la posibilidad en lugar de hacia la dificultad; disfrutando plenamente de lo que tengo, aprovechando todas las circunstancias y centrando mi atención e interés en la dicha del momento presente.
Traduciendo esta realidad del funcionamiento mental a la materialidad de la producción, distribución, consumo y manejo de alimentos, nos encontramos con dos mentalidades opuestas y con consecuencias a veces muy tristes. Por un lado la riqueza de nuestro planeta que, con sus características, puede ser un gran productor y distribuidor de alimentos; por el otro la mentalidad de que la producción de alimentos es menor de lo que necesitamos para abastecernos, esta mentalidad es de escasez.
Resulta paradójico, pues quienes generan la mentalidad de escasez son los que tienen más abundancia de cosas materiales. O sea quienes entran en crisis porque piensan que no alcanza para todos son los que tienen mucho, a quienes les sobra, los que acumulan y tienen los graneros llenos, los que tiran alimentos al mar para que no bajen los precios; por eso crean ese ambiente de inseguridad para que los que no tienen se vean al límite y se desesperen, justificando así que es la situación la que genera la crisis y no su ambición y mal reparto.
Podríamos entonces decir que la escasez o abundancia son cosas del corazón y de la mente, aunque los ejemplos que pongamos para entender tengan que ver con los signos de la abundancia o la escasez y no con la raíz del significado.
De ahí que el punto en que podemos tener más influencia es en el personal. Primero porque si nosotros tenemos una mentalidad y hacemos un trabajo con nosotros mismos, es posible que exista un cambio significativo. Si se da ese cambio personal, seguro que la gente que vive cerca de nosotros, como es nuestra familia, los compañeros de trabajo o de club o de grupo religioso o amigos, se verán beneficiados por nuestro cambio y algunos irán realizando sus propios cambios, lo cual va logrando la transformación de la sociedad. Por otro lado si tenemos influencia en algún grupo por nuestro tipo de trabajo o acción social, también son buenas plataformas para impulsar los cambios.
Un cambio personal que podemos ir haciendo en el campo de los alimentos y en general del consumo o las posesiones consiste en necesitar menos, es decir bajarnos del carrusel del consumo, aprender a vivir en forma simple y sencilla, tomar conciencia de que la mayoría de nuestras necesidades son creadas, no básicas, ni reales, sino del pensamiento, del ego. Este paso lo podemos ir realizando en nuestra vida cotidiana, por ejemplo: podemos darnos cuenta de que estamos respirando y que el aire es gratis, oler y saborear los alimentos dando gracias por tenerlos y extendiendo nuestra gratitud a las personas que los cultivan, que los procesan y que nos los facilitan, gozando y expresando nuestra alegría de compartir nuestra mesa con otros, etc. Y así, en las pequeñas cosas tener este sentido de DICHA y GRATITUD. Asé de simple es la mentalidad de ABUNDANCIA.

Con mi cariño de siempre
José Luis                      
joseluis@dordesa.com
www.dordesa.com 

¿NOS AFECTAN SICOLÓGICAMENTE LAS DESIGUALDADES?

Amigos lectores:

Ante los hechos contundentes que afectan a nuestro País, y las preguntas obligadas que todos nos hacemos, preguntando las causas, hay varias respuestas, como la que da Jacobo Zabludovsky en su artículo: “No estamos para fiestas” en Las tres más uno, del 18 de Noviembre del año en curso, donde en un párrafo afirma:
“La pregunta fundamental sigue sin respuesta: ¿por qué? Vivos (no perdemos la esperanza) o muertos, aún no sabemos los motivos para secuestrarlos y borrar sus huellas. Un hecho los une por encima de la edad, vocación magisterial o ser hijos de campesinos: la pobreza. Es la señal común. Combatir la pobreza es la forma de evitar tragedias semejantes. Una mejor repartición de los bienes, mejor acceso a las oportunidades, mayor confianza en el futuro, salud y educación de calidad, es mejor remedio que armamentos letales en manos de policías. La pobreza en México es hoy más agobiante que hace 30 años. De 1984 a la fecha, el 10% de las familias más ricas del país concentran más riqueza: de 33% pasaron a tener 35% del total, de acuerdo con los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares (ENIGH) 2012. Por el contrario, las familias más pobres se mantuvieron prácticamente sin cambios y México se coloca en segundo lugar como país con mayor desigualdad en el mundo, sólo por encima de Chile”.


Pareciera que esto no fuera causa, que la desigualdad generara tanto, que la pobreza llevara a esto. Y sin embargo así son las cosas, porque el ser humano además de “ser” y “estar” tiene el “ex_sistir” o sea, la capacidad de ponerse fuera de sí, y mirarse, o sea de ser consciente, de compararse, de darse cuenta de él, de los demás y de su entorno. Y esta facultad le causa la posibilidad de medirse, y por tanto de envidiar, de encelarse, de acomplejarse, y entonces de desear, ambicionar, o tener rencor. De sentir justicia o injusticia, desde su parámetro humano, social, y moral.
Siempre ha existido esto, desde Caín y Abel, porque es una parte constitutiva del ser humano. De aquí la importancia sicológicamente hablando de cómo educamos desde la familia y en los diversos foros educativos sean sociales, escolares, políticos, religiosos, económicos, etc. Donde todos seamos tratados con respeto, dignidad, y equidad. Un niño siente cuando sus padres, aún sin darse cuenta, prefieren al hermanito, por la razón que sea. Un adolescente se da cuenta de las preferencias de su maestro. Un joven mide las diferencias sociales y las padece. Un adulto sufre las consecuencias de su clase social, género, edad, o preferencia por la causa que sea.

Y no sólo hablamos de lo económico, sino del daño que hacemos a la espina dorsal sicológica del ser humano, “su autoestima”, de donde pueden generarse múltiples enfermedades, como la depresión, el resentimiento, el sentido de no pertenencia, de inutilidad, etc. Con todas sus manifestaciones, y la urgencia de tratarlas para que no causen enfermedades sicosomáticas, o desbordamientos sociales, y tragedias como las que hemos vivido.

Ahí, en nuestro lugar, en nuestra casa, en nuestro entorno, seamos justos, tratemos con dignidad y justicia, con equidad. Provoquemos salud sicológica, alegría y cooperación de todos, reconocimiento a las diversas aptitudes y agradecimiento hasta a los pequeños. Hagamos un ambiente de convivencia y crecimiento que nos den ganas de vivir, de unirnos, de cuidarnos.

Y no dejemos de luchar por una mejor distribución económica, México tiene y lo merecemos.

CON MI CARIÑO:
JUAN IGNACIO CALVA MORALES.