miércoles, 28 de noviembre de 2018
jueves, 22 de noviembre de 2018
Conferencia "De la codependencia a la libertad"
Comaprtimos la conferencia "De la codependencia a la libertad" impartida en el "7 Congreso de la Mujer" en San Juan del Río, el 27 de octubre de 2018.
"De la codependencia a la libertad"
"De la codependencia a la libertad"
lunes, 15 de octubre de 2018
ENCUENTROS
Nada como las delicias de encontrarse
con los amigos de la infancia y juventud. Es fácil detectar esa amistad, puedes
pasarte uno o dos años sin verlos, o treinta y ocho, como pasó con alguno de
los diez que nos juntamos en un bar madrileño en estos días, y puedes hablar de
tu vida, de tus cosas, de intimidades y detalles que no comentas con
cualquiera, como si tal cosa, como si ayer nos hubiéramos puesto al día.
Esa experiencia llena mis espacios
afectivos cuando regreso a mi tierra. Por un lado, mi madre, que es el número
uno, con ella la sola presencia lo marca todo. Mis hermanos y sobrinos, que
damos por hecho, que el encuentro es significativo y que podemos hablar,
compartir espacios físicos, arreglar la casa, acordar asuntos y todo fluye. La
conversación familiar es para mí encantadora. Mis tíos y vecinos que al estar
en un pueblo chico (que yo digo el paraíso de la comunicación, en lugar de
infierno grande que llaman otros), con todo el mundo te paras a platicar, salgo
en la mañana a comprar el pan, cada vecina me cuenta algo, me pregunta por la
familia, relata una anécdota de ayer o de hace cuarenta años, pero todo pasa de
manera natural, no corre el tiempo, juegas con las horas, parte del encanto son
esos minutos con cada uno, no se consideran tiempo perdido sino regalos.
Si suenan las campanas en la mañana
es señal de que el cura saldrá de viaje y la misa es temprano y corren las
cuatro ancianas devotas al llamado; pero si doblan todos los vecinos salen a la
calle a ver quién se ha muerto, si es del pueblo, pero vive en la ciudad,
probablemente lo traigan a enterrar por la tarde, si estaba en el hospital
llegará pronto, si fue en su casa, se aprestan a acercarse a dar el pésame. No
usan whatssApp, no lo mandan por mail, aunque el cura es joven y lo pone en
Facebook en poco tiempo. Ese es el pueblo, es el tipo de comunicación que
tienen, todos saben todo, al menos lo superficial, lo demás lo inventan como en
todos lados.
Hay siempre encuentros más profundos,
uno a uno, caminando por el campo, o frente a la parcela de cebollas, en el bar
con un aperitivo de por medio, o en medio de la procesión de la virgen, la cosa
es encontrarse y comunicarse con el corazón. Yo me voy siempre lleno de esos
encuentros. Los tengo frescos en mi corazón, no se van, aunque sé que pasará un
año sin vernos, aunque no nos escribimos ni enviamos emoticones, es que la
conexión es de dentro, sin vergüenza, sin ocultamientos, sin obligación,
simplemente hablando de lo que queremos, callando lo que no queremos compartir,
sin prisas, sin presiones.
Tengo presentes dos o tres
conversaciones de estos días, donde salió a relucir la frase: “eso no se lo he
contado a nadie, eres el primero en saberlo”. A eso me refiero cuando hablo de
encuentro del alma, esas cosas que fluyen tan fácilmente con alguien y que no
salen ni empujando con los demás.
Por eso y por mucho más, como dice la
canción, me siento afortunado de tener amigos de infancia y Juventud,
compañeros del pueblo, del internado, y de la carrera, compañeros del alma,
vidas que coincidimos un día y que cuando vuelve a suceder alegran el momento.
Con mi
cariño de siempre: José Luis
joseluis@dordesa.com
www.dordesa.com
lunes, 1 de octubre de 2018
Amables lectores:
Hemos escuchado
mucho últimamente sobre la maravillosa reforma educativa del régimen de Peña
Nieto y la impositiva y punitiva reforma educativa para el régimen de López
Obrador. Y todo esto confunde, porque no va ni se toca el fondo del problema. ¿Qué
es educar?
El discurso
pedagógico actual habla con énfasis a cerca de un gran cambio de paradigma en
el terreno educativo que consiste en el paso de la visión de la educación
centrada en la enseñanza, a la educación centrada en el aprendizaje, que va de
una perspectiva centrada en el profesor a una nueva mirada centrada en el
estudiante. Pero, esto sólo parece un movimiento pendular con una mirada que a
los expertos parece simplificadora.
“Nadie educa a
nadie- nadie se educa a sí mismo- los hombres se educan entre sí con la
mediación del mundo” Paulo Freire. El gran pedagogo brasileño plantea en esta
cita precisamente la centralidad de la relación en el proceso educativo. En su
libro emblemático “Pedagogía del oprimido” dice enfáticamente que los seres
humanos nos educamos en comunión, es decir, en el encuentro profundo entre
seres limitados y necesitados de todos los demás para definirnos.
Martín López
Calva en su artículo “La educación como relación personalizante” aclara que si
la docencia es la actividad profesional, sistemática y socialmente legitimada
que tiene como objetivo la formación de las nuevas generaciones; la profesión
que enseña a los niños y adolescentes en qué consiste ser humano, el verdadero
eje de esta actividad no es ni el profesor, ni el educando, sino la relación
humanizante que se establece entre ambos.
“Estar juntos,
decía Jean Luc Ferry (2007) es estar en el afecto, es afectar y ser afectado”
Carlos Skliar “Pedagogía de las diferencias” pag. 76. Porque la clave en la
escuela y en el aula es precisamente que alumnos y profesores están juntos, se
está en el afecto, esto es, afectando al otro y siendo afectado por el otro.
¿Qué tipo de afectación se produce entre docentes y estudiantes en la actividad
cotidiana? ¿Los alumnos son afectados en un sentido que les hace más humanos,
que les ayuda a ir construyéndose como personas sanas en todas sus dimensiones?
La docencia
debería entenderse entonces como un proceso de construcción de una relación
personalizante entre docentes y estudiantes. En este sentido, como dice Latapí,
el docente es como el antiguo Tlamatini de la cultura Mexica:
“…el sabio
encarnaba el conocimiento porque poseía –escritura y sabiduría-; pero encarnaba
un conocimiento peculiar, el que versa sobre la educación, que es un conocimiento
envuelto en el amor; de él emanaba una energía que transformaba a los
demás-haciendo sabios sus rostros-; él ponía un espejo ante los otros, y
éstos-adquirían un rostro-; los hacía cuerdos, cuidadosos; gracias a él la
gente humanizaba su querer y recibía una estricta enseñanza; él confortaba el
corazón, confortaba a la gente, o sea, les infundía esperanza”
Para que esto
ocurra es necesario que cada profesor se asuma como ese personaje sabio que se
vuelve un espejo ante sus alumnos para que ellos vayan adquiriendo su propio
rostro, para que se vayan volviendo cuerdos y cuidadosos, para que humanicen su
querer y construyan esperanza.
¿Esto le parece
a usted que es educar? Y ya nuestros Mexicas lo sabían y lo practicaban.
Mientras nosotros nos perdemos hoy, en una política estéril y demagógica.
JUAN IGNACIO.
lunes, 20 de agosto de 2018
domingo, 29 de julio de 2018
Camposanto
Hoy he visitado el Campo Santo, me gusta más este nombre que panteón o cementerio, aunque tengan el mismo sentido. Prefiero pensar que todo lo que existe es sagrado, es santo, pues en todo está la presencia del creador, de la energía universal, de Dios, o como se te ocurra llamar a lo misterioso.
En el Camposanto de mi pueblo hay una generación a la que valoro de manera muy significativa. Es la de mis de mis padres y mis abuelos. Aquellos que cuando eran niños les tocó vivir una guerra civil, sin siquiera saber cuáles eran los buenos y los malos de la película. Ellos con su incansable esfuerzo nos enseñaron el valor del trabajo, de la familia de la tolerancia y la adaptación a estos tiempos, raros para ellos, acostumbrados a salir con las lluvias de octubre a buscar setas, y ver que sus nietos o biznietos salen a buscar pokemones. Esa generación merece toda mi admiración, y siempre que tengo oportunidad, pido un sentido reconocimiento hacia ellos; algunos, como mi madre están presentes en sus cuerpos con vida, otros como mi padre trascendieron el cuerpo y aquí, en el camposanto están sus restos y una fotografía que hace que recordemos y revivamos la historia. Hoy con mi primo Emilio, recorrimos este hermoso lugar, en el cual por cierto hay más habitantes que en el pueblo, nuestro pequeño viaje fue sin duda, un buffet donde recordamos lo mejor de cada uno de los que recordamos al ver su retrato. Nuestros padres, nuestros abuelos y muchísimos vecinos del lugar al que pertenecemos y del que mamamos la leche que hoy nos hace ser quienes somos. Va en estas letras mi gratitud y admiración por la generación de mis padres y abuelos, y si algo de esto mueve tu inspiración, reconoce y busca en tus recuerdos a los tuyos, es un banquete hacerlo.
En la lápida de mi tío Emilio aparece el inicio de unos versos de Jorge Manrique, que por cierto murió en mi pueblo; “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar…”, y ahora que tengo un rato de nostalgia y de pensar, quiero escribirlo completo, pues me inspira para meter en mi caja de herramientas este pedazo de sabiduría para mi “filosofía de apoyo” que da sentido a los sinsentidos de la vida humana, como son el dolor y la muerte:
“Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir;
Allí van los señoríos, derechos a acabarse y consumir;
Allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos,
Allegados son iguales los que viven por sus manos y los ricos”.
Pienso que tener una filosofía de apoyo, en el caso de la enfermedad y la muerte, es un buen automotivador del vivir cotidiano, que, con frecuencia, por el tedio de la rutina, pareciera carecer de sentido cuando vemos a los nuestros, a los cercanos, sufrir o morir.
Visitar el lugar donde están sepultados los cuerpos donde habitaron nuestros seres queridos, o sus cenizas; hoy me inspiró, me llenó de sentido y me energizó, para que ahora, en este momento que es lo que tengo y lo que soy, mi cuerpo, aún con vida refleje el ser sagrado y divino que lo habita. Deseo que mi cuerpo sea un lugar digno para que habite mi espíritu ¿Y tú?
Con mi cariño de siempre: José Luis
joseluis@dordesa.com www.dordesa.com
domingo, 27 de mayo de 2018
Ancestros y descendientes
Qué dicha ver a los que nos dieron la vida física, mirarnos y ver el fruto de sus esfuerzos. Qué esperanza para los que estamos en medio del ajetreo educador de nuestra descendencia, pensar que algún día, cuando nosotros estemos donde ahora nuestros padres y nuestros hijos donde nosotros, también tendrán los recuerdos de lo que hoy sembramos.
Así siento el placer de vivir hoy, por un lado, escucho, contemplo y admiro a mi madre, de la que tengo el don de recibir de sus ochenta y ocho bien vividos la gran sabiduría de pasar por esta tierra transformando para bien. Por el otro veo a mis hijos con la mirada puesta en el horizonte de la realización, a través de encontrar el sentido de su existir en el cuerpo mortal, mostrando lo inmortal de su ser. Y en el plano más profundo veo a mi par y a mí, en el empeño por que la madurez se traduzca en gratitud y modelaje de unos y de otros, para acompañarnos en este vivir cotidiano, encontrando la diversidad de cada día.
Dejar ir, consiste, a mi corto modo de ver en esto: apegarte y desprenderte, abrazar y soltar, llegar al éxtasis y volver a lo cotidiano.
Ver a mi madre y a mis tías, y a la gente grande de mi pueblo; y digo grande refiriéndome a la edad y a profundidad, porque veo sus años acumulados en un cuerpo y su mirada sabia, que recorre la historia de sus padres a sus nietos, con la integración que propicia lo bien hecho, por la intención de hacerlo así, no porque el método o el resultado hayan sido mejores o peores que otros. Y eso para mí se convierte en modelo, en testimonio, en emulación y ganas de vivir en plenitud.
Tomar todo lo que puedo de la vida y ofrecer todo lo que tengo para ella misma es una tarea que me apasiona. Afortunado soy y lo describo en la presentación que hice cuando fui invitado a ser “el pregonero” de las fiestas de mi pueblo de este año:
“Me considero afortunado por encontrarme cada día, con seres humanos en búsqueda. Conjugar el trabajo con la familia, es una continua satisfacción porque me da oportunidad de aprender de cada ser humano, sin importarme la raza, la creencia religiosa, el color de la piel, el estrato económico o la personalidad. De cada encuentro, de cada persona, aprendo; mi vida tiene sentido y comparto mi ser en un acto continuo de gratitud a los demás, a la naturaleza y Dios”.
“Hoy mi fortuna se multiplica al ser invitado a mi pueblo, a mi origen, a la tierra de mis padres y abuelos, a mi propia tierra, a promulgar en voz alta el inicio de las fiestas en honor de la Virgen del Amparo; símbolo de unión, pertenencia, armonía y encuentro de todos los que nos consideramos sus hijos, hijos de Santa María”.
Santa María es mi pueblo natal, y la virgen del Amparo, más una creencia religiosa es el símbolo de que la gran Madre nunca muere, y que pasan generaciones, pero se mantiene la pertenencia.
Aprendo de mis antepasados y pretendo modelar para los que vienen detrás de mí, sin otro afán que amar y ser amado y pasar por este planeta, por este cuerpo transformando para el bien, para el encuentro, para la vida.
Gracias a ti que lees lo que yo escribo, que no tiene la finalidad de contarte mi vida, sino que al escuchar la mía te conectes con la tuya, y descubras en tus ancestros la gran riqueza que hoy te hace ser quien eres; y en tu descendencia la esperanza para ver la luz en medio de la sombra.
Con mi cariño de siempre: José Luis
joseluis@dordesa.com www.dordesa.com
Así siento el placer de vivir hoy, por un lado, escucho, contemplo y admiro a mi madre, de la que tengo el don de recibir de sus ochenta y ocho bien vividos la gran sabiduría de pasar por esta tierra transformando para bien. Por el otro veo a mis hijos con la mirada puesta en el horizonte de la realización, a través de encontrar el sentido de su existir en el cuerpo mortal, mostrando lo inmortal de su ser. Y en el plano más profundo veo a mi par y a mí, en el empeño por que la madurez se traduzca en gratitud y modelaje de unos y de otros, para acompañarnos en este vivir cotidiano, encontrando la diversidad de cada día.
Dejar ir, consiste, a mi corto modo de ver en esto: apegarte y desprenderte, abrazar y soltar, llegar al éxtasis y volver a lo cotidiano.
Ver a mi madre y a mis tías, y a la gente grande de mi pueblo; y digo grande refiriéndome a la edad y a profundidad, porque veo sus años acumulados en un cuerpo y su mirada sabia, que recorre la historia de sus padres a sus nietos, con la integración que propicia lo bien hecho, por la intención de hacerlo así, no porque el método o el resultado hayan sido mejores o peores que otros. Y eso para mí se convierte en modelo, en testimonio, en emulación y ganas de vivir en plenitud.
Tomar todo lo que puedo de la vida y ofrecer todo lo que tengo para ella misma es una tarea que me apasiona. Afortunado soy y lo describo en la presentación que hice cuando fui invitado a ser “el pregonero” de las fiestas de mi pueblo de este año:
“Me considero afortunado por encontrarme cada día, con seres humanos en búsqueda. Conjugar el trabajo con la familia, es una continua satisfacción porque me da oportunidad de aprender de cada ser humano, sin importarme la raza, la creencia religiosa, el color de la piel, el estrato económico o la personalidad. De cada encuentro, de cada persona, aprendo; mi vida tiene sentido y comparto mi ser en un acto continuo de gratitud a los demás, a la naturaleza y Dios”.
“Hoy mi fortuna se multiplica al ser invitado a mi pueblo, a mi origen, a la tierra de mis padres y abuelos, a mi propia tierra, a promulgar en voz alta el inicio de las fiestas en honor de la Virgen del Amparo; símbolo de unión, pertenencia, armonía y encuentro de todos los que nos consideramos sus hijos, hijos de Santa María”.
Santa María es mi pueblo natal, y la virgen del Amparo, más una creencia religiosa es el símbolo de que la gran Madre nunca muere, y que pasan generaciones, pero se mantiene la pertenencia.
Aprendo de mis antepasados y pretendo modelar para los que vienen detrás de mí, sin otro afán que amar y ser amado y pasar por este planeta, por este cuerpo transformando para el bien, para el encuentro, para la vida.
Gracias a ti que lees lo que yo escribo, que no tiene la finalidad de contarte mi vida, sino que al escuchar la mía te conectes con la tuya, y descubras en tus ancestros la gran riqueza que hoy te hace ser quien eres; y en tu descendencia la esperanza para ver la luz en medio de la sombra.
Con mi cariño de siempre: José Luis
joseluis@dordesa.com www.dordesa.com
jueves, 10 de mayo de 2018
domingo, 6 de mayo de 2018
Prohibido quejarse
Amigos lectores:
Curioseando por los libros allá
donde hay un patio de letras, bien llamadas librerías, llenas de tomos y tomos,
me encontré con uno nuevo, que se asomaba indiscreto, quizás por ser inexperto,
de esos recién llegados, que aún no los acomodan, apretados con los otros. Su
título me llamó la atención: “Prohibido quejarse”, de Salvo Noé, sicólogo
italiano, que lo vende con un cartel incluido, repitiendo la misma frase de “prohibido
quejarse”. Y continúa: Haz algo para mejorar tu vida y la de los demás, puesto
que las quejas como las mecedoras, te entretienen, pero, no te mejoran. Proponiendo quitar así un clima de
negatividad, para mejorar la autoestima, el entusiasmo, la motivación,
volviendo a poner la confianza, responsabilidad y competencia en el centro de
nuestras vidas, sin jugar ya más a la víctima, al salvador o al perseguidor.
Y si en esa sociedad donde
aparece el libro, lo sienten necesario, cuánto más en la nuestra y en este
clima electoral que vivimos, donde no sólo hay quejas por todos lados, sino
vituperios, y descalificaciones queriendo manipular el conocimiento y voluntad
de los electores.
¿Qué pasaría en realidad si no
nos quejáramos, si estuviera prohibido quejarse, si por cada queja nos
multaran? Sería fabuloso, ¿No cree usted? Porque se empezaría una nueva
cultura, un cultivo en la mente de los ciudadanos, hacia lo positivo, hacia el
agradecimiento, y hacia el reconocimiento motivador de lo bueno, de las
conductas ciudadanas que arrastran porque no se pierden en palabrería, sino que
calladamente actúan.
¿Qué pasaría si en las
instituciones, en lugar de reclamos les llegaran felicitaciones? Caray, sería
increíble, porque todo el personal de dicha institución, se sentiría
reconocido, aplaudido, y eso los motivaría a servir de mejor manera.
¿Qué pasaría en las colonias
donde en lugar de quejas, se escucharan alabanzas por el buen vivir en esa
zona? Las personas que ahí viven, orgullosas cooperarían a que fuera mejor cada
vez la calidad de vida, el trato con los vecinos, el no tirar la basura, el
saludar al que pasa, y en fin, a cuidar entre todos la vida buena que ahí se
logra.
¿Y si en las casas, en las
familias, en lugar de quejas se escucharan frases positivas de “qué bien lo
hiciste”, “qué bueno que lo lograste”, “te quedó maravilloso”, “esto está de
presumir”, y así una serie de frases motivadoras? Desde luego que se crearía
otro clima existencial, de desarrollo y crecimiento.
¿Qué pasaría si en su empresa,
chiquita o grande, ahí donde usted labora, no se escucharan quejas, sino
palabras de compañerismo, de apoyo, de entusiasmo por lo logrado, de atención
para realizarlo mejor, de reconocimiento al esfuerzo hecho, de propuestas
creativas, y de acompañamiento laboral que da confianza?
¿Qué pasaría si usted se lo
propone, y en lugar de quejarse, habla bien de su hogar, de su trabajo, de las
instituciones, de nuestra patria? Y por veinte días lo hace, educándose así, a
ver lo bueno de todo el entorno que lo rodea, de la sociedad, y entonces usted
coopera entusiasmando, agradeciendo, felicitando, reconociendo, admirando,
sorprendiéndose, alegrándose? Desde luego que su salud mejoraría, y haría usted
más sano su ambiente donde se mueve, porque sus palabras ya no serían tóxicas
sino nutritivas para los demás, y eso sería maravilloso, no cree usted?
Es un buen momento para hacerlo,
tomémosle la palabra a este autor, y propongámonos que de ahora en adelante al
menos en nosotros “esté prohibido quejarse”. ¿Le parece?.
Con mi cariño: JUAN IGNACIO
sábado, 31 de marzo de 2018
LAS MÁQUINAS INTELIGENTES Y NOSOTROS.
Queridos lectores:
Es sorprendente cómo la tecnología nos va rebasando, y cómo los creadores humanos podemos sorprendernos de lo mismo que se ha creado, y pueden los artefactos, volverse un espejo de nosotros mismos. De hecho las llamamos “máquinas inteligentes” por estar diseñadas de alguna forma a nuestra imagen y semejanza.
Me llamó la atención que la firma china Huawei que busca descollar en el liderazgo de las Smartphone, invierta más de 11,000 mil millones de dólares en la investigación y desarrollo de teléfonos como el “Mate 10 Pro”, que se convertirá en el primer celular capaz de aprender los hábitos de su dueño a través de modelos de inteligencia artificial y aprendizaje profundo.
Cuando a nivel relacional entre los humanos nos es difícil lograr el hábito de la “autocrítica” que nos haga capaces de conocernos, para mejorarnos, antes de volcarnos sobre los otros en una proyección fatídica, donde lo malo nuestro es aventado al otro, y nuestra mente se entretiene culpando, y viendo la paja en el ojo ajeno, para no ver la viga en el nuestro. Ahora una máquina podrá hacernos de espejo, y hacernos conscientes de nuestros hábitos, y tal vez más delante de nuestras actitudes, y comportamientos.
Esta falta de autocrítica nos ha llevado a los humanos a cometer gravísimos crímenes, muertes, campos de concentración, cruzadas contra los “malos” que desde luego son los “otros”, y toda serie de espejismos, donde aquellos son los culpables y nosotros las blancas palomas.
A nivel matrimonial se vuelve el “pan nuestro de cada día” en las discusiones y pleitos de pareja, donde tenemos que argumentar todo lo que podemos en contra del otro, o de la otra, con tal de nosotros salir bien librados en la discusión, y ganar para nuestra causa. Ganar sí, pero, ni conocernos, ni aceptarnos, ni amarnos como somos, y menos crecer, y disponernos a trabajar sobre nosotros mismos para corregirnos.
Ya la Décima Musa decía aquello de “hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”. Y pareciera que nos asusta vernos a nosotros mismos, y lograr nuestra propia identidad. Y nos pasa ahora a nivel mundial con los días dedicados a resaltar algo que es necesario no se pierda como valor, para no deshumanizarnos, como el diez de Mayo, donde se ha tomado la costumbre de los regalos a las mamás, el consumismo, la fiesta para no vernos, la algarabía, pero, no la toma de conciencia de valorizar la maternidad, del cuidado y responsabilidad que se debe tener en el nacimiento de un bebé, cuando hay lugares con una taza muy alta de muertes en el parto, o de secuelas por mala atención en los nacimientos, o maternidades a los once y doce años de vida. Eso pareciera que es mejor no verlo.
Vernos como humanos y aprender de nosotros mismos es la clave. Por algo en los frontispicios de las universidades griegas estaba escrito: “Conócete a ti mismo”. Conocernos, aceptarnos y amarnos corrigiendo lo que debemos para crecer, es la clave de nuestro desarrollo como seres humanos.
Y si hoy la tecnología nos puede ayudar a tomar conciencia de nosotros mismos, bienvenida sea ¿No cree usted?
JUAN IGNACIO
Es sorprendente cómo la tecnología nos va rebasando, y cómo los creadores humanos podemos sorprendernos de lo mismo que se ha creado, y pueden los artefactos, volverse un espejo de nosotros mismos. De hecho las llamamos “máquinas inteligentes” por estar diseñadas de alguna forma a nuestra imagen y semejanza.
Me llamó la atención que la firma china Huawei que busca descollar en el liderazgo de las Smartphone, invierta más de 11,000 mil millones de dólares en la investigación y desarrollo de teléfonos como el “Mate 10 Pro”, que se convertirá en el primer celular capaz de aprender los hábitos de su dueño a través de modelos de inteligencia artificial y aprendizaje profundo.
Cuando a nivel relacional entre los humanos nos es difícil lograr el hábito de la “autocrítica” que nos haga capaces de conocernos, para mejorarnos, antes de volcarnos sobre los otros en una proyección fatídica, donde lo malo nuestro es aventado al otro, y nuestra mente se entretiene culpando, y viendo la paja en el ojo ajeno, para no ver la viga en el nuestro. Ahora una máquina podrá hacernos de espejo, y hacernos conscientes de nuestros hábitos, y tal vez más delante de nuestras actitudes, y comportamientos.
Esta falta de autocrítica nos ha llevado a los humanos a cometer gravísimos crímenes, muertes, campos de concentración, cruzadas contra los “malos” que desde luego son los “otros”, y toda serie de espejismos, donde aquellos son los culpables y nosotros las blancas palomas.
A nivel matrimonial se vuelve el “pan nuestro de cada día” en las discusiones y pleitos de pareja, donde tenemos que argumentar todo lo que podemos en contra del otro, o de la otra, con tal de nosotros salir bien librados en la discusión, y ganar para nuestra causa. Ganar sí, pero, ni conocernos, ni aceptarnos, ni amarnos como somos, y menos crecer, y disponernos a trabajar sobre nosotros mismos para corregirnos.
Ya la Décima Musa decía aquello de “hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”. Y pareciera que nos asusta vernos a nosotros mismos, y lograr nuestra propia identidad. Y nos pasa ahora a nivel mundial con los días dedicados a resaltar algo que es necesario no se pierda como valor, para no deshumanizarnos, como el diez de Mayo, donde se ha tomado la costumbre de los regalos a las mamás, el consumismo, la fiesta para no vernos, la algarabía, pero, no la toma de conciencia de valorizar la maternidad, del cuidado y responsabilidad que se debe tener en el nacimiento de un bebé, cuando hay lugares con una taza muy alta de muertes en el parto, o de secuelas por mala atención en los nacimientos, o maternidades a los once y doce años de vida. Eso pareciera que es mejor no verlo.
Vernos como humanos y aprender de nosotros mismos es la clave. Por algo en los frontispicios de las universidades griegas estaba escrito: “Conócete a ti mismo”. Conocernos, aceptarnos y amarnos corrigiendo lo que debemos para crecer, es la clave de nuestro desarrollo como seres humanos.
Y si hoy la tecnología nos puede ayudar a tomar conciencia de nosotros mismos, bienvenida sea ¿No cree usted?
JUAN IGNACIO
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