Palabras como disciplina, sacrificio y
austeridad, tienen tan buena fama como las frases “apretarse el cinturón” y
“lograr más con menos”. Sin embargo parece que la paradoja se da y la
experimentan y comparten las personas comprometidas, líderes eficaces y
mensajeros de buenas noticias que trascienden.
“Hay más alegría en dar que en recibir”, “el
desapego es el camino a la felicidad”, “no es más rico el que más tiene, sino
el que menos necesita”. Estas frases expresadas por personas muy sabias como
pueden ser Jesús, Buda, Confucio o cualquiera que con conciencia quiera sentir
la libertad que sólo se experimenta cuando se es dueño de sí mismo y no se está
apegado a nada, ni material, ni afectivo, ni mental.
Llegaron a mi casa tres adolescentes y una
mamá de Totontepec, Mixes, para compartir con el Coro Infantil Sinfónico unos
días y un concierto ofrecido al público queretano ¿Choque de culturas?
¿Confusión por tener más o menos? ¿Resentimiento de pobres contra ricos o
viceversa? Nada de esto viví en esas jornadas. Niñas que se encontraban entre
sí unidas por la música y por ideales personales y grupales que tienen que ver
con encontrar su elemento, cantar, disfrutar, conocer, pasear, hacer amistad.
Por otro lado un mundo sin razas ni colores, ni religiones, ni idiomas, ni
cualquier otra cosa que pueda hacer pensar que unos son más que otros, o que
otros se sienten menos que los anteriores.
¿Qué mundo queremos recrear? Nos damos cuenta
que estamos atrapados en esta crisis global creada por un sistema inhumano,
mantenida por falsas ilusiones del tener, del gozar, de la fama, del dinero
poderoso, de los placeres inmediatos, del “cero esfuerzo” y caemos en la trampa
de la desazón, el miedo, el tedio, el estrés y la tristeza que va llevando a
depresiones cada día más frecuentes.
Es hora de despertar, de compartir, de crear
ambientes sanos para todos, en eso se traduce en la práctica el amor, en que
todos vivamos mejor; y eso sólo se logra desde el cambio interior y profundo de
cada uno de nosotros, de mí que escribo con la conciencia de que decido
esforzarme para no caer cada día en la trampa del consumo, de la acumulación y
del prejuicio; de ti que me lees y que te suena en el interior esa voz que dice
que es verdad, que vivimos apegados, que nos jala el confort, que engordamos el
sistema y que nos volvemos adictos a la cofradía de la queja, sin pasar a la
proposición y el compromiso.
Agradezco a las amigas y amigos de Totontepec
y de toda la comunidad de por aquellas tierras, al amigo Leopoldo por sus
escritos y cercanía y a cada lector que resuena con estos temas.
Y termino con la palabra que comencé: “AUSTERIDAD”, la cual traduzco como un
estado interno de conciencia, de que no necesitamos tanto como creemos, que
podemos vivir mucho mejor compartiendo y abriendo nuestro corazón y nuestra
casa. Y recordando que esta austeridad tiene que ser “ALEGRÍA”, de lo contrario se vuelve una estéril resignación que se
convertirá en frustración y ésta en violencia o depresión. La austeridad con
alegría nos hará experimentar un estado que bien podremos llamarle Reino de
Dios, Nirvana o felicidad, es el GOZO de sentir lo esencial que somos y
deshacernos de lo superfluo.
Con mi cariño de siempre.
José Luis
El primer paso que estoy dando es eliminar la televisión de mi hogar. Ese medio, como actualmente lo manejan los monopolios de la telecomunicación es un catalizador poderoso del consumo a través de tantos comerciales que inconscientemente nos hacen sentir que requerimos una gran cantidad de cosas para ser felices. Actualmente, me siento en paz y tranquilo al sentir que cada vez requiero menos cosas materiales para estar pleno y feliz.
ResponderEliminarEn la contención está el placer.
Muchas gracias por este artículo.