lunes, 16 de marzo de 2009

Entre el jardín y el lago

Hoy quiero comenzar mi artículo narrando dos anécdotas ocurridas en estos días en convivencia con mis hijas y descubriendo algunas conductas de los animales.

La primera ocurre en el jardín de San Marcos en Aguascalientes, con frecuencia cuando visitamos esa ciudad, vamos a dicho jardín a dar de comer a las ardillas. Yo he aprendido mucho de ese entretenimiento, por ejemplo: las ardillas bajan del árbol, cuando alguien rasca con un cacahuate en el tronco, luego se les ofreces el cacahuate con la mano y ellas lo toman con sus dientes, y generalmente se suben a una rama segura y allí lo pelan, tiran las cáscaras y se comen el fruto.

Esta vez fue diferente, parece según nuestro entender que la ardilla en cuestión no tenía hambre, de cualquier modo bajó, tomó el cacahuate como de costumbre y en vez de subir a la rama bajó al suelo, escarbó con sus manos (patas de adelante) un pequeño agujero y enterró el cacahuate, tapándolo después con la tierra que había sacado. Nosotros interpretamos que lo guardaba para cuando tuviera hambre. El caso es que segundos después otra ardilla (que yo bauticé “Ardilla gandalla”) fue al lugar, destapó el escondite y se comió el cacahuate. Mis hijas y yo quedamos asombrados de tal acto, ellas hicieron comentarios como: “qué mala onda”, “no es justo”, “eso no se debe hacer”, “le robó su comida”, etc.

La segunda anécdota sucedió algún tiempo después en un parque de la misma ciudad. Íbamos en una lancha de pedales y decidimos acercarnos a una orilla donde estaban varios patos, cuando estábamos cerca de dicha orilla, escuchamos el graznido de una multitud y de todos lados salieron patos corriendo hacia donde el ruido era más sonoro. Pronto nos dimos cuenta que llegaba un hombre con dos cubetas de comida y comenzó a extenderla sobre una especie de pesebre que hay para ello. Lo que nos llamó la atención es que casi al final llegaron cuatro patos de otro color (la mayoría eran blancos y éstos cuatro eran de pluma café), inmediatamente después de que se acercaran a la comida un pato blanco y seguidamente otros cuantos, comenzaron a picarles y no les dejaron acercarse a la comida; intentaron por otro lado y la misma historia, total que los patos de color, se alejaron y se metieron de nuevo al lago.

Narro estas dos anécdotas porque me parecieron significativas y continuamente vienen a mi recuerdo. Los animales por su instinto de conservación a veces se matan entre sí, pensemos un león o un tigre, atrapando, matando y comiéndose a un ciervo; es una escena macabra, sin embargo sabemos que es su instinto y no pueden hacer otra cosa más que realizar lo que su propia naturaleza les marca.

Los seres humanos somos diferentes. Nuestra naturaleza también tiene una parte regida por el instinto, y pudiéramos pensar a veces que es natural que tengamos ciertas conductas, agresivas o afectivas que nacen de nuestras reacciones instintivas, pero sabemos que nuestra naturaleza tiene también un componente mental que no tienen las demás especies, que nos permite desarrollar la inteligencia racional y emocional, lo que nos guía para que nuestra conducta se adapte a lo que hace bien a todos, comenzando por protegernos a nosotros mismos y protegiendo a los demás.

También tenemos nuestra naturaleza espiritual que nos hace valorar unas cosas más que otras, respetar a los demás, querer para los otros los bienes y placeres que deseamos para nosotros, que nunca hagamos al otro lo que no nos gusta recibir de él, tener la fe de que somos eternos y que Dios habita en nosotros y en nuestros semejantes, y por eso, por estar hechos a imagen y semejanza suya, nos valoramos mucho y medimos a los otros con la misma medida que aplicamos para nosotros.



El caso es que estas inteligencias, que normalmente decimos que son cuatro (física, mental, emocional y espiritual), las tenemos que cultivar si queremos que estén constantemente a nuestro servicio, si queremos obtener la felicidad como fruto de nuestro existir, vivir en armonía y paz, tenemos que trabajar y esforzarnos por darles mantenimiento, de lo contrario se volverán como una gran fuerza que actuará en contra de nosotros mismos.

Los seres humanos tenemos la posibilidad, gracias a estas inteligencias de ayudarnos, de colaborar unos con otros, de crear espacios dignos, ambientes saludables, relaciones cordiales y ser creativos y productivos constantemente. Pero tenemos el gran riesgo de no trabajar estas partes positivas o niveles altos de energía y entonces utilizar todo esto para destruir. Pongamos el caso del crimen organizado o de la guerra, el terrorismo o los pleitos intrafamiliares, intracomunitarios o raciales; en estos casos, no sólo nos convertimos en animales que usan sus instintos para conservarse, sino en pequeños monstruos que hacen uso de las facultades cerebrales para destruir. Y es cuando un ser humano puede destruir a otro: no por hambre sino por odio; puede abusar de otro, no por necesidad sino por depravación; puede robar, no por necesidad sino por avaricia; puede comer, beber demasiado o usar drogas, por gula y por ambición de placer y no por sentirse bien.

Termino diciendo que todo lo que no se forma se deforma, que lo que no se atiende se vuelve contra nosotros, y que tenemos un gran reto como humanos y es el de crecer y desarrollarnos, pensando siempre en las posibilidades que tenemos y no en los límites o en las flaquezas.

Te deseo y me deseo a mí que cada día, cada momento hagamos una gran posibilidad de crecer y no de destruir, de compartir y no de agandallar, de darnos cuenta de la abundancia y que hay para todos y no hacernos víctimas de la posesión neurótica y crear una mentalidad de escasez.

En este camino estamos y estamos invitados a recorrerlo juntos. ¡Feliz viaje!

Espero tus comentarios.

Con mi cariño.

José Luis

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domingo, 8 de marzo de 2009

Cuidados que hay que tener en cuenta, en momentos que “se ha inflado la palabra crisis”.

¿Se ha dado cuenta usted, cómo se ha inflado la palabra crisis? Es fabuloso observar esto, identificar el poder que tienen los medios de comunicación, y cómo nos han domesticado a ellos…entraron a nuestra casa, nos sacaron a la calle, y ahora todo se ventila, hasta la vida íntima de mucha gente, porque son artistas, porque son políticos, porque entraron a la academia, o sencillamente porque hubo algún problema, o fiesta y saliste en las o páginas de sociales.
Pues bien, los medios pueden hacernos creer lo increíble, y lograr que hagamos cosas convencidos de algo que no es. Como sucedió a la sociedad americana cuando la guerra de Irak y la reelección de Bush y tantas cosas que en todos los países se han dado porque los medios trabajan, presentan y convencen a fuerza de colores, de sonidos, de imágenes, y de repetición.
Y entonces pueden enfermar a una sociedad, como en este caso, al repetir a cada rato la palabra “crisis”, y untarnos en la cara todos los nubarrones negros que se nos vienen encima por la falta de economía, provocando casos de suicidios, depresiones y enfermedades. ¿Qué hacer entonces? ¿Qué necesitamos cuidar entre todos? Ciertamente todo lo que nos han dicho sobre el ahorro, el cuidado del gasto familiar, el no endeudarse, el cuidado con las tarjetas bancarias; pero hay algo de lo que no hablamos, que es lo verdaderamente profundo que tenemos que cuidar con esmero.

Empecemos a tener claridad de conceptos: ¡No todo es crisis! ¡No son malas las crisis, ellas nos hacen crecer! ¡Podemos aprovecharlas para reforzar valores¡ Pero, sobretodo tener claro que una familia exitosa, no es una familia rica, ni que tiene sólo dinero, ni que puede salir al extranjero, o tener a sus hijos en colegios caros. No, hoy definimos como “familia exitosa” a una familia “armónica”. Sí, es la armonía la que da la belleza, la que cuida todas nuestras partes, evitando hijos fenómenos, carentes, y por tanto con graves necesidades que los llevan a satisfacerlas en adicciones, y malos hábitos.
¿Qué partes de nosotros hay que cuidar? Pues, nuestras cuatro partes constitutivas: Cuerpo, Mente, Corazón y Espíritu. Hay que cuidar en nuestra familia estas cuatro partes, incluso cuando tenemos pérdidas familiares, que nos han desgastado, que hubo que cuidar a un enfermo terminal, que alguien está pasando en la familia por algo serio, y que por tanto nos lleva a descuidar esas partes que nos constituyen o alguna de ellas. Apenas podamos, hay que analizar y cuidar cada una de esas cuatro partes, empezando por el Cuerpo, comer bien, tomar agua suficiente, dormir y recuperar sueño; para poder tener el soporte de las demás partes en buenas condiciones. Hay que entablar diálogos, hay que ubicar qué pasó, hay que pensar, hay que encontrar cierta lógica para dar un sentido a lo que sucedió. Y abrazarnos y querernos, y darnos cuenta que estamos unidos, juntos, y que podemos resolver cualquier problema por fuerte que sea. También el orar, platicar con el amigo profundo de nuestra familia que es Dios, y recordar que Él sabe mejor que nosotros lo que nos conviene y cual es “su tiempo”, y no en nuestro “humano tiempo” de horas, minutos y desesperación.
Cuidar esas cuatro partes para poder volver a una armonía y un equilibrio de nuestro ser, y por tanto a un encuentro con nosotros mismos y con los demás .
Por otra parte, habiendo restablecido la organización interior, hay que volver a animar al equipo, porque todo eso que se llama crisis, es como una alerta para que actuemos enseguida. ¿Qué pasaría si un entrenador deportivo no está atento, en la cancha, para ante cualquier pérdida de control, o de puntos malos que pueden desanimar al equipo, pida de inmediato, antes de que sea tarde “un tiempo fuera”, los reúne y anima, y vuelve a colocarlos en el orden de ataque necesario, para recuperar los puntos perdidos?. Es igual en el juego de la vida, necesitamos estar atentos, para pedir un tiempo fuera, y reunirnos para hablar rápidamente sobre lo que nos pasa, volver a tomar nuestros proyectos de ataque, darnos ánimo, y lanzarnos a la lucha.
En las revistas de empresas y negocios, actualmente se examinan las diversas soluciones que se proponen en las organizaciones ante el fantasma de la crisis, y es de llamar la atención, que las más exitosas son las que tienen que ver con “el desarrollo humano o el desarrollo del equipo” como por ejemplo: “...Todos los días momentos de meditación con el personal”, “...Se implantó una hora de Yoga para todos”, “...Por las mañanas había una reunión con el personal para platicar de algo agradable antes de abrir la tienda”, etc.
Esto mismo pasará en nuestra empresa familia, si sabemos cuidar nuestro yo interno, nuestra paz interior, nuestro pensamiento. Buda dijo, que “somos lo que pensamos”, hay por tanto que cuidar lo que pensamos, porque la realidad la vemos no como es, sino como somos. Si somos pensamientos negativos, veremos una realidad catastrófica, si somos bondad, y pensamos positivamente, la realidad se nos presentará como buena, tal vez problemática para poder ejercitar nuestro esfuerzo, pero, buena para crecer. Si pensamos que “nada es fácil y nada es imposible” eso nos llevará a situarnos en una realidad de esfuerzo y lucha para conseguir lo que queremos, sentirnos vivos y capaces.
Es interesante lo que como líderes familiares tenemos que cuidar en estos momentos, en que la publicidad se encarga de llamar la atención con notas, números e imágenes amarillistas que pueden dañar nuestro ánimo, impedir lograr nuestras metas y romper nuestra armonía.
No sólo cuidemos la economía familiar como tal, también a los miembros de la familia, eso es mucho más importante. Ellos son los activos más importantes en la empresa familiar, no es el dinero, ni las cosas, ni lo que poseemos, sino lo que somos, nuestra relación y nuestro ambiente. Como decía Goethe “Da más fuerza sentirse amado que sentirse fuerte”, y éste es el momento de sentirnos fuertes porque nos sentimos amados, no amenazados.

¡Hagámoslo amigos, vale la pena!


Juan Ignacio