domingo, 26 de julio de 2009

La silla de ruedas

Una silla de ruedas puede tener diferentes significados, quizás para muchos signifique invalidez, para otros malas noticias, para quien las vende, un producto más, para el que la necesita y no tiene posibilidades de tenerla un anhelo. Para mí tiene un gran significado de encuentro.

Hará unos 30 años que mi abuelo murió. Sus últimos 15 años estuvo en una silla de ruedas. Tengo vivo el recuerdo de llevarlo a pasear por mi pueblo y encontrarse con sus amigos, con conocidos que hacía años que no veía y con imágenes que tenía muy vivas en su recuerdo, pero que hacía tiempo que no contemplaba.
Siento el placer que me experimentaba al serle útil para algo tan sencillo y a la vez tan grandioso.



Han pasado muchos años. Mi pueblo para mí también es un vivo recuerdo constante. Para quien no lo conoce se llama Santa María del Campo Rus, está en la provincia de Cuenca, en Castilla la Mancha, en España. Quizás a ti te de lo mismo este nombre u otro, pero para mí es la viva imagen de mi origen, de mis raíces y de mi vida.



Hoy te escribo desde la casa donde nací, desde el lugar donde viví mis primeros recuerdos y desde el espacio que mis padres ocupan cada día. Hoy la silla de ruedas, vuelve a recuperar su energía en mi mente. En ella se sienta mi padre, y yo detrás la empujo con un inmenso placer de estar con él. Las emociones se cruzan, por un lado el ser útil para mi padre el ir detrás de él platicando, escuchándolo, oyendo relatos antiguos de su vida, me causa una sensación de bienestar inmensa. Por otro el ver que ya no puede caminar, que no se vale por sí mismo, me causa una inmensa tristeza. Entre el gozo de estar con él y la tristeza de su realidad física, está un sentido espiritual que me mueve, que me da fuerzas, que me invita a seguir el camino, a trabajar, a ser buen padre, a luchar por mi pareja, a construir un mundo más sencillo y mejor que el que tenemos. Mi padre me inspira ternura y fuerza ¿Qué más le puedo pedir? ¡Cómo me gustaría que un día mis hijos sintieran por mí lo que yo siento por él!

Y es que amigo lector, según mi experiencia la vida tiene un gran sentido y ese sentido es vivirla con intensidad, disfrutándola al máximo y haciéndolo de tal manera que los demás también disfruten, creando un mundo agradable y amable. Amable es la palabra clave porque se deriva de amor y el amor es lo único que nos hará creer y crear desde lo diferente.

Mi padre y mi madre significan eso para mí: AMOR, amor incondicional, amor a sus hijos, por quienes han dado una vida entera, desde ser proveedores en la pobreza en los pueblos de la España franquista, hasta el compartir lo que ahorran de su pensión para tener un detalle con sus nietos, pasando por aglutinar a hijos y nietos cada vez que estos pueden.

Dar todo lo que tienes, entregarte totalmente, ser incondicional en todas las situaciones, esos son los ejemplos que tengo de mis padres y de mis abuelos. Por eso hoy la silla de ruedas tiene tanto sentido para mí. Por eso desde mi pequeño pueblo de escasos 700 habitantes, donde todos se conocen y donde la vida trascurre de forma sencilla, recorro calle por calle pegado a la silla, con mi padre sonriendo y disfrutando de reconocer a sus amigos, a los vecinos que se acercan a preguntarle por su salud. Y así disfruto mi caminar, mi sentir y mi vivir plenamente esta etapa de mi vida, en la que soy hijo y soy padre, en la que vivo la presencia de mis padres y extraño la de mi mujer y mis hijas, y en la que en pocos días este extrañar será al revés. Pero no importa, pues la distancia compruebo una vez más que no está en el corazón, ni en el alma, porque ahí tenemos cercanía y contacto; la distancia está en lo físico, en los cuerpos, y de nuevo compruebo que eso no es lo más importante, aunque es la forma que tenemos de comunicarnos.

Ojalá que con el ejemplo de la silla de ruedas y mis emociones a su alrededor, pueda trasmitirte un poco de mi interior, y ojalá puedas valorar como valoro yo a mis padres y a mis antepasados, pues son para mí testimonio de lo que merece la pena en la vida. Y Ojalá también que tú y yo podamos significar para nuestros hijos lo que mis padres significaron para mí.


Espero tus comentarios

Con mi cariño.

José Luis

Gracias por seguir en contacto:

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domingo, 19 de julio de 2009

Las cuatro actitudes básicas que mueven la ley de la atracción

Hoy nos situamos ante el ser humano contemporáneo, como si nos situáramos ante un ser de nueva aparición, sin darnos cuenta que este ser, viene siendo fruto de una larga evolución o involución, y que es más resultado que novedad.
Por eso, cuando nos fijamos atentamente en la historia, descubrimos que hay un común denominador para este sujeto que creemos único en el universo, que en esencia sigue siendo el mismo, y con características comunes al humano de la primera aparición.
Entonces cuando decimos que la historia debiera ser la gran maestra, apelamos a ese común denominador, que ya deberíamos conocer, usar y dominar los humanos, que en este momento de la historia arrastramos millones de años, de compartir lo mismo.



Y nos referimos aquí, a las cuatro actitudes claves que dan la posibilidad de que sucedan las grandes cosas, los milagros, las transformaciones, los adelantos, “las posibilidades”.
Pareciera que la película de “el secreto” que ha dado por ahí la vuelta al mundo, nos ha lanzado a ver el poder de la mente, por la ley de la atracción, pero, no ha profundizado más en la necesidad de trabajar sobre las cuatro actitudes básicas que permitan que suceda eso.
Y es que se necesita para comprender más todo esto, leer la vida de los grandes de la historia, de las que podemos sacar sus enseñanzas, o como en este caso que hablamos, la clave, para que también a nosotros se nos dé la posibilidad.
¿Quién de nosotros no ha visto en la vida de todos los grandes y positivos seres humanos para la humanidad, no sólo famosos, la actitud de la Humildad? Es ésta la primera clave.
Pero, además, hemos visto “el servicio”. De ahí la frase: Quien no vive para servir, no sirve para vivir. Y esta es la segunda clave.
Y los hemos visto, “proactivos”, no reactivos, no quejumbrosos, no atrás de los acontecimientos, sino provocándolos…haciendo que sucedan. Tercera clave.
Y como cuarta clave, los hemos visto “llenos de fe”.
Humildad, servicio, proactividad, y fe, abren la posibilidad de los milagros, de los cambios, de que sucedan las cosas que queremos. ¿Acaso no leemos esto desde hace muchísimos años, en la narración evangélica del centurión que fue a pedir por su siervo que estaba enfermo? Él el centurión romano, fue hasta donde estaba Jesús, y no ha pedir por él, sino por un siervo suyo, y le dijo al Señor, no vayas, bastará una palabra tuya para que se cumpla. Y el mismo Jesús admiró la fe de aquel hombre.
Y lo seguimos viendo en todos los que han logrado algo bueno para el mundo.
De ahí entonces la invitación a que nos fijemos en estas conductas para que las hagamos actitudes, y con ellas, podamos entonces abrir la caja fuerte de las posibilidades buenas, de que nos sucedan también a nosotros, por las leyes de la atracción, por el poder del ahora, pero, más que nada, por la disposición a ser humanos con los humanos, que es donde se conecta la energía total.
Todo vemos hoy, menos humildad, servicio, proactividad y fe. Más bien hay educación al poder, a pagar, u obligar para que nos sirvan, a la flojera, y a la actitud de queja, victimismo, y culpabilización, y una falta de fe hasta de nosotros mismos. ¿Cómo podemos entonces querer que sucedan los grandes cambios, los milagros, la influencia buena, y el oponernos al arrastre cultural?
Y esto amigos, no lo dan ni los partidos políticos, ni la propaganda, ni los cambios de poder, esto sólo si lo cultivamos en nosotros se dará, y entonces sí vendrán los grandes cambios que necesitamos, pedimos, y tenemos que lograr nosotros mismos.
¡Feliz mes de elecciones, y feliz mes de trabajo nuestro!

Juan Ignacio.