martes, 20 de enero de 2009

Humanamente hablando, la familia es nuestro futuro


Desde 1996 Juan Pablo II, que se distinguió en su pontificado como visitador de la Iglesia en todos los continentes, se dio cuenta de la marginación en la que el mundo moderno había metido a “la familia” y de las consecuencias terribles que se cernían sobre la humanidad al ser ésta, la cuna de la cultura, de las ideologías y del mismo ser humano. Se venían disparando propuestas de aceptación y legislación sobre muchas cosas que atacan al ser humano en su esencia, como es la vida, la unión normal de hombre y mujer, el respeto a la muerte, y una serie de ideas y posturas amparadas por la “modernidad”, y como un grito y desprecio por todo lo aceptado y vivido.

Pero, lo aceptado y vivido por la humanidad, no es malo, y aunque se pueden siempre mejorar y aceptar modificaciones a lo que se tiene, se debe tener cuidado, no sólo por las consecuencias, sino por el daño o crecimiento que se puede producir de ahí. Porque el mismo creador del “mercado, sin darse cuenta se volvió un producto más de consumo en él”, y el ser humano se develó más como un lobo para el mismo ser humano, y ya no se paró sólo en la pornografía, sino en la venta de menores, en el tráfico de órganos, en el secuestro, y en la muerte por todos lados.
Y el Papa, no sólo alzó la voz, sino que creó un eco de su voz, haciendo” congresos mundiales de la familia” cada tres años en distintas partes del mundo, para retomar la conciencia de lo que nos pasa, de que no podremos contra muchos males, si no volvemos a darle su lugar a la familia, y si no somos coherentes con lo que queremos cosechar, y lo que debemos sembrar.

Se han alzado voces contra algunas opiniones de obispos que asistieron al congreso y sonaron machistas, poco coherentes con una mentalidad actual, cuestionables…o voces contra la postura de la Iglesia que a algunos les ha parecido no sólo tradicional, sino anticuada. Pero, el mensaje central, la voz lanzada al mundo, es clara: “La Familia es nuestro futuro”. Y digamos lo que digamos, hoy ya lo estamos viviendo, si se ha roto la familia, si hemos dado tantas posibilidades a que se debiliten las familias, y se rompan, queriendo hacer ver esto como algo muy normal, las consecuencias de agresividades, de droga y consumo de alcohol, de matanzas sin ninguna conciencia, del desprecio de la vida, y la trivialidad de la sexualidad, que ahora padecemos, son los frutos que no vemos tan normal y que nos han dañado en la confianza y modo de vivir a todos.

Y el que los medios hablen, y por todo el mundo se escuche el tema de la familia, no sólo es bueno, sino necesario, hay que cuestionarnos sobre lo que hemos creado, analizarlo y corregir lo que tenemos que corregir. No se trata de aceptar todo lo que los expertos vinieron a decir, pero, sí el que dialoguemos sobre esto, el que nos volvamos críticos y proactivos sobre lo que nos sucede, el que aprendamos a llamar a las cosas por su nombre sin engaños ni rodeos, y el que nos preguntemos en sociedad algunas cosas esenciales, todo eso, nos ayudará a madurar y crecer.
Si la persona humana madura sólo cuando puede responder a la pregunta esencial: “¿Qué persona debería yo ser”? igualmente como sociedad maduramos, cuando podemos cuestionarnos y responder a preguntas esenciales: “¿Qué idea tenemos sobre el ser humano?”, “¿Qué proyecto de ser humano pretendemos realizar?”. Mientras esto no lo analicemos y consensemos, no podremos seguir educando en base a ideologías, posturas, o caprichos solamente, no es la subjetividad lo que nos da una base, sino la objetividad, la verdad sobre el ser humano.
La historia ya nos puede enseñar, si queremos aprender, muchas cosas que hemos padecido, y sufrido enormemente, por muchos años, a causa de filosofías equivocadas. ¿Seremos tan inteligentes que no repitamos ya las mismas cosas? Si decimos que sólo con dolor se crece, ¿Habremos ya crecido con tanto sufrimiento que nos hemos causado?

Hay muchos enemigos de la “familia” que no podemos creer que existan, como ciertas leyes y posturas gubernamentales, que parecerían inexplicables, pero, que cuando las vemos desde la política, desde los grupos o partidos que acechan el poder, y que saben que siendo populistas, y aceptando ideologías superficiales, ganarán votos, y lograrán lo que quieren, entonces sí que podemos explicarnos lo que pasa. No justificar, pero, sí explicar.
El problema es que ciertas ideologías o grupos, toman fuerza cuando se sienten amparados por una ley, o por un grupúsculo de gentes en el poder que ven más bien por sus intereses, que por el bien de la sociedad.

Y hay otros que no son enemigos de la familia, pero, que ésta tiene que tomar en cuenta para educar al respecto, como son “los medios de comunicación” que actualmente y en nuestra sociedad, tienen demasiado poder. No se trata de negarlos o atacarlos, sino de “enseñar a discernir”, de que nuestros formandos sepan analizar, usar, y manejar, los diferentes medios que existen y usarlos para lo que existen.

Lo mismo decimos de los medios modernos electrónicos: Cada medio introduce una ganancia, que conlleva una pérdida…estamos formando una generación con gran desarraigo cultural, y masas de analfabetos funcionales. Se ha trivializado la muerte, la sexualidad, y se ha comercializado el erotismo. Por eso, por lo mismo que decía Einstein refiriéndose a la bomba atómica, cuando indicaba que el problema no era ella, sino el “corazón del ser humano”, es por lo que tenemos que educar el corazón, haciendo que no se alejen de la naturaleza, que no pierdan la comunicación cara a cara, que no trivialicen el encuentro, que no desvaloricen lo que nos conforma, porque entonces, desapareceremos.Pero, es en la familia, y sólo en ella, donde recibiremos desde niños la educación de nuestra afectividad y de la ética, donde aprenderemos pautas para discernir, y ejemplos para seguir. Y hablamos de familias, o sea, de un grupo formado por papá, mamá e hijos, donde los rolles y géneros se muestran naturalmente, y se da el amor, el encuentro, un liderazgo sano, y una complementariedad necesaria. Todo lo demás pueden ser excepciones, se les puede llamar de otra manera, y pueden ser muy respetadas, pero, debemos luchar por tener familias humanas.

Con mi cariño

Juan Ignacio

juanignacio@dordesa.com
http://www.dordesa.com/

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