sábado, 29 de agosto de 2009

Somos seres inteligentes

Cuando era pequeño aprendí, por los comentarios de mis maestros y otros adultos, que algunas personas eran más inteligentes que otras. Escuchaba con frecuencia: “ese es un tipo listo, es muy inteligente, sirve para estudiar, tiene tres o cuatro carreras…” Hoy he cambiado muchas formas de pensar, pero en concreto tengo otra visión de las personas inteligentes.

Ahora pienso que cada persona tiene todas las posibilidades del universo para ser feliz, para emprender una actividad, para realizar trabajos y para crear. No es que piense que todos los seres humanos podemos hacer todo en todos los momentos, no creo que seamos todopoderosos, ni omnipresentes. Pero sí creo que cada uno podemos hacer, sentir, pensar y trascender en dimensiones mucho mayores que las que estamos acostumbrados.

A mí me gusta el esquema de que nuestro ser está dotado de CUATRO INTELIGENCIAS básicas, y que a partir de ellas se pueden construir muchas más y desarrollar infinidad de proyectos. Estas cuatro son. CORPORAL, MENTAL, EMOCIONAL y ESPIRITUAL.


El CUERPO, tiene su propia inteligencia, podemos aprender cada día a percibir las sensaciones corporales como el frío el calor, el hambre, la sed, el sueño, el dolor, etc. Por ejemplo cuando alguien nos hace una caricia, tenemos una respuesta corporal diferente que cuando nos hace la misma caricia otra persona. Somos más perceptivos de ciertos olores en nuestra cultura y otras personas, de otras culturas gustan de sabores diferentes que nosotros. La inteligencia del cuerpo nos avisa de la enfermedad y del bienestar, nos va dando la pauta para lo que debemos comer, y lo que tenemos que evitar para que el cuerpo que es el instrumento de comunicación de las otras inteligencias, esté siempre listo.

Nuestro CEREBRO, siempre está conectado, no se puede parar, siempre emitiendo pensamientos, mandando señales al cuerpo, recordando historias del pasado y haciendo planes para el futuro. Es una maravilla esta inteligencia mental que ocupa el cerebro como si fuera en Hardware de una computadora, y le instala infinidad de softwares como programas destinados a vivir, crear y mejorar. Claro que la inteligencia mental va a consistir en que aprendamos constantemente a utilizar estos procesos mentales para nuestro bien y el de los demás, no para destruir sino para construir, y no nos enredemos en culpas a través del recuerdo del pasado, ni en preocupaciones a través del futuro que nos agobia. Ser personas inteligentes mentalmente, implica que aprendamos a utilizar todos estos recursos para el desarrollo.

El cerebro emocional, representado por el CORAZÓN, nos lleva a vivir con pasión, a desarrollar cada vez más las habilidades para las relaciones sociales, familiares y personales. Las emociones son como los caballos que jalan nuestra carreta, son la fuerza interior que nos conduce a realizar proyectos con pasión. Por ejemplo un joven enamorado es capaz de grandes sacrificios por estar con la persona amada. Un enamorado de la justicia y la paz social, es capaz de dar su vida por salvar la de otros. Un apasionado por los libros es capaz de renunciar a diversiones mundanas con tal de tener más conocimiento. Ser inteligente emocionalmente nos llevará a adquirir cada vez más habilidades sociales, las cuales nos conducirán a relaciones sanas. También el corazón tiene sus riesgos, un apasionado por el sexo sin control, puede destruir su vida y la de otros cercanos, por buscar sensaciones nuevas que afectivamente le den satisfacción inmediata, sin pensar en que las otras personas también sienten

La inteligencia del ESPÍRITU, es la esencial, es la que nos caracteriza específicamente, es decir es lo que los humanos poseemos como algo muy propio y por cierto, poco desarrollado. No hay que confundir espiritualidad con religiosidad, el espíritu es la fuerza interior que nos lleva a vivir, que nos da sentido de existencia, que nos impulsa a servir, a practicar valores, a entregarnos por los demás, a darnos tiempo para el interior. La buena religión impulsará este espíritu libre y creativo, la mala religión meterá miedos y prejuicios al espíritu. Sin esta inteligencia desarrollada, las demás pierden fuerza. Si la inteligencia del espíritu se empobrece, la inteligencia de la mente puede enfocarse a la destrucción de los otros, creando estrategias de guerra y poder, el cuerpo tenderá al consumo y al hedonismo y las emociones desarrollarán relaciones dependientes y enfermas.

Reconocernos como seres que desarrollan sus cuatro inteligencias básicas y comprometernos disciplinadamente con que dicho desarrollo sea constante es la tarea que nos ocupa a jóvenes y viejos. Es también esta conciencia y compromiso lo que nos impulsará cada día a ser mejores personas, y es lo que te deseo y me deseo de manera que cuando tú y yo coincidamos en un encuentro nos podamos reconocer, porque estaremos construyendo un mundo en el cual cualquiera deseará vivir.

¡FELIZ VIAJE!

Espero tus comentarios

Con mi cariño.

José Luis

Gracias por seguir en contacto:

http://www.dordesa.com/ joseluis@dordesa.com

¡Brazos rotos!

Amigos lectores:

¿A ustedes se les ha roto un brazo? ¿A qué edad? ¿Cuál brazo?
Les pregunto, porque en este andar y caminar con hijos, resulta más común de lo que yo pensaba, que los niños se rompan un brazo. A María Escarlett, mi hija que está por cumplir los nueve años, se le rompió la muñeca izquierda al caerse de la bicicleta, ahora en vacaciones.

Y será por la percepción selectiva, que uno empieza a fijarse en eso, y van apareciendo por muchos lados niños con brazos rotos, y cuando la ve la gente, comenta igualmente, que le ha sucedido lo mismo: “No te preocupes, a mí también, a tu edad se me rompió…”Y sí, a mí me sucedió que hacia los doce años, en una competencia de salto de altura, caí mal, y se me rompió un brazo.



Aquí salen varios cuestionamientos:
A) No es como “con los platos rotos” que hay a quien echarle la culpa, y que otro los paga…no, aquí el que se rompió el brazo tiene el dolor, y paga las consecuencias…

B) No siempre el dolor es muy fuerte, depende del umbral de dolor de cada quien, del tipo de fractura, y lugar donde sucede.

C) Es un aprendizaje de los mejores en la vida, porque al ser pequeños, hay solución mejor y más rápida, pero, uno se confronta consigo mismo, con cuánto aguanta, toma uno conciencia de sí mismo, de su cuerpo, de que sí le puede pasar a uno un accidente, tiene que aprender a esperar a que el hueso solde, hay consecuencias de aplazar viajes al mar y otras cosas, y entonces aumenta la prudencia, el cuidado, y la inteligencia preventiva ya que el dolor sufrido nos hace aprender, y entonces maduramos.

Y aquella frase famosa de que: “Sólo con dolor se crece” se hace realidad, una realidad fuerte, una realidad insustituible, una realidad que nos permite acompañar, pero, que no nos permite, por mucho amor que les tengamos a los hijos, suplirlos por nosotros, como se nos antojaría para que ellos no sufrieran.

Y además el encuentro con “los procesos humanos”, porque no todo es atención inmediata, hay que esperar, hay que sentarse en salas de espera y mientras ver gente con fracturas mayores, con sillas de ruedas, con prótesis, con andaderas, y sentirse agradecido al ver cosas graves, y aprender al ver el esfuerzo y ganas de curarse de personas con incapacidades, y en situaciones asombrosas.

Y toparse también con la tranza de malos profesionistas de la medicina, que no son médicos, sino usureros, que comercian con el dolor ajeno. O que las instituciones hospitalarias los obligan a hospitalizar a un número determinado para poder permanecer ahí, lo necesite el paciente o no, lo importante es el dinero, no la persona, y en este momento de crisis, más todavía.

¿Será entonces que sólo con dolor se crece, pero, que no todos crecemos con el dolor? ¿Qué el dolor ajeno ya no nos dice nada? ¿Qué la crisis nos deshumaniza en lugar de hacernos solidarios y serviciales? Lo vimos, lo vivimos, gente haciéndonos cuentas increíbles de lo que tendríamos que pagar porque le tenían que hacer no sé qué cosas tan sofisticadas y modernas. ¡De quedar atónitos al escucharlos! ¿Para eso se prepararon? ¡Qué miedo!

Hoy les quiero comentar que sigue siendo tan frágil nuestro físico, que hay que cuidarnos, pero, que hay que gritar a los cuatro vientos, que no podemos deshumanizarnos y lanzarnos contra los otros como aves de rapiña. Hoy más que nunca, hay que solidarizarnos, unirnos, cuidarnos entre todos, cuidar la economía de los demás, la calidad de lo que damos, el trato, la verdad, el servicio. Si esto se nos acaba, estaremos en la verdadera crisis, porque la enfermedad se cura, la economía se recupera, pero, la ruptura entre nuestros principios y nosotros mismos, o con la humanidad, nos pervierte y termina.

¡Sólo el amor caridad, la ternura, y el encuentro, nos podrán salvar como humanidad, y esa humanidad somos nosotros mismos!

Juan Ignacio

jueves, 20 de agosto de 2009

Creando ángeles

Gaby:
Leí el texto que mandaste, sobre los ángeles, y tu encuentro en varias ocasiones de la vida con ellos, haciendo ver la verdad de aquella oración al “ángel de la guarda” que aprendimos de pequeños, casi como un ritual, más como fórmula, que como fe, y como tantas otras oraciones que recitamos, tradicionalmente, pero, no como una verdad que nos envuelve, mistérica, pero, real, tal como nuestra vida, que aparece físicamente, sin verse lo espiritual que asoma, sin embargo ,por muchas partes.


Y nos comunicas alegremente, agradecidamente, sorprendidamente, el número tan grande de ellos con los que en estas circunstancias de Mariana, se han encontrado. ¡Existen, están ahí, aparecen, y nos ayudan, es una realidad existencial, más que teológica! Y tu confesión, tu escrito, tu testimonio, ha hecho que se piense, en esa otra realidad más profunda, que es real, aunque no se vea. ¡Estamos envueltos en otra realidad más densa, que no atendemos, y que distraídamente por todo lo que vivimos, no le damos la importancia que se debiera!
Y hoy, yo quiero continuar tu escrito, y así tal vez otros escritores de la familia, y mira que, ya hay muchos, quieran también seguir el tema.

EL domingo pasado, en el hospital, te miré, y miré a Juan Martín, y a tanta gente que había llegado a verlos y a estar con ustedes, y pensé en tu escrito, y sí, era verdad, a mí también me ha pasado muchas veces…pero, pensé en cómo habían brotado esas creaturas de Dios…y recordé que salieron de la Trinidad, que teológicamente sabemos que brotaron del amor en esa Trinidad de personas…y que por eso también entre nosotros, hechos a imagen y semejanza de esa Trinidad, cuando nos amamos, cuando, no nos juzgamos, ni atacamos, ni señalamos, sino cuando nos aceptamos plenamente, brotan los ángeles buenos, y ahí aparecen, sin que sepamos cómo, y nos parezcan coincidencias, y no nos expliquemos algunas cosas…pero, ahí están, haciendo por nosotros muchas cosas que necesitamos, que no habíamos pensado, que no sabíamos cómo resolveríamos, que ni se nos habían ocurrido porque estábamos sumidos en el dolor, pero, que se necesitaban, ángeles rodeándonos en esos momentos tan difíciles que pasamos todos.
Pero, también aparecen los ángeles malos, como lo opuesto en nuestra realidad completa, cuando nos desunimos, atacamos, y rompemos…no falta que aparezca el chismoso, el que agranda las cosas, el que nos contrapone, el que pica los ánimos encontrados, el que suscita la maldad, el rencor, o infla el ego, que nos divide.

Ahora sabemos la fórmula, usémosla, los necesitamos todos, los ángeles buenos, pueden estar con nosotros, es cuestión de que creamos, queramos, nos dispongamos, y atraigamos su aparición, su manifestación, su ayuda, porque estarán presentes, activamente presentes, prácticamente presentes, como es la presencia de Dios.

De manera que hagamos de esa otra realidad profunda que nos envuelve, algo común en nuestra existencia, esa existencia que no tiene sólo una dimensión, como mercadológicamente nos enseñan, en este mercantilismo galopante, y materialismo salvaje. Somos más que eso, somos cuando nos unimos, más que dos, somos porque queremos serlo, fuertes en la debilidad, pues, como decía Goethe: “Da más fuerza sentirse amado, que sentirse fuerte”.


Con un beso y un abrazo lleno de esperanza:


Juan Ignacio

martes, 11 de agosto de 2009

Reír para vivir

En nuestros tiempos se habla mucho de que la risa es un remedio infalible, que reír hace que nuestro organismo segregue endorfinas y éstas nos hagan sentirnos bien. A partir de la película de Match Adams, han surgido en muchos hospitales, grupos de “risoterapia” que van de cuarto en cuarto haciendo reír a los pacientes y sus familiares con el fin de que sus sistema inmunológico se haga más fuerte y la salud se recupere antes.

Hoy mi día de trabajo fue largo, sin embargo mi experiencia sobre el tema de la risa fue significativa. En la mañana muy temprano trabajé dando un curso en una secundaria a los alumnos, a los cuales costaba sacarles una sonrisa, sus caras como de reto, sus miradas como diciendo: “a mí no me cuentes cuentos de cómo debo vivir”. Luego a media mañana un trabajo con adultos que trabajan con grupos de personas ayudándoles a superarse; su actitud muy receptiva, sin embargo muy serios en sus planteamientos, debatiendo sobre asuntos como justicia, evitar la pobreza, resolver problemas, manejar conflictos de comunicación entre los grupos, etc. En la tarde, ya después del trabajo la experiencia con mis dos hijas: las escuché jugar, reír, hacer tarea, reír, leer un cuento, reír, cenar, reír, acostarse, reír… y reír y reír toda la tarde.

Una de mis conclusiones, sin querer ser dogmático es la siguiente: los adultos estamos preocupados por resolver el futuro, planeamos y nos acordamos del pasado, sentimos culpa y lástima, nos arrepentimos o juzgamos las acciones de los otros; total nos la pasamos entre juicios, culpas y preocupaciones, pensando que quizás así resolvamos el mundo. Los adolescentes viviendo su presente pero bombardeados constantemente por lo que quieren hacer, lo que harán, lo que hicieron que está mal, la amenaza de las calificaciones, los padres y maestros que les trasmitimos la angustia de su futuro. Y los niños, viviendo plenamente el presente, sin cuestionamiento alguno en lo que vendrá, sin culpa de lo que pasó, sólo viviendo el presente, por tanto gozando.

Yo que fui testigo de todo esto en un solo día y que como adulto me preocupé hasta de la risa de mis hijas, y que sobrecuestioné a los adolescentes, y me envolví en el debate de los adultos y que sin embargo me sentí observador de mí mismo, me digo ahora: “VIVE EL PRESENTE. RÍE, GOZA, DISFRUTA LA VIDA”. Porque estoy convencido que la risa, la alegría y el vivir intensamente el presente es lo que merece la pena.

En una película que en estos días vi, una mujer daba un testimonio de que en tres meses se curó de un cáncer de mama, sin quimioterapia, sin radioterapia, sólo con meditación, oración y una gran dosis de películas de humos y de risa. Por otro lado, me acordé del Santo que más admiro, Don Bosco, que decía: “nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”, y su filosofía era vivir al máximo, con intensidad, disfrutar el trabajo, que siempre hubiera alegría en el patio, en el aula, en la vida, en los ambientes. Porque donde reina la alegría la vida fluye.

Hoy, queridos amigos que leen este artículo, jóvenes de edad y jóvenes de corazón, los invito a hacer una reflexión sobre este tema, a reírse hasta de ustedes mismos, a reírse de la vida de lo que acontece, de lo que va pasando, a disfrutar al 100 % de cada actividad, de cada trabajo, de cada tarea, de cada relación. A tener una actitud positiva ante la vida, a darnos cuenta de que todo son elecciones y si elegimos estudiar, disfrutar al máximo el estudio, y si elegimos un trabajo, disfrutarlo al máximo, y si decidimos una reunión familiar, un paseo, una actividad, gozar con plenitud de ella.

Esto no quiere decir que todo sea agradable, sino que lo hagamos agradable. No significa que sólo hagamos lo que nos gusta, sino que aprendamos a que nos guste lo que hacemos, no significa que sintamos siempre emociones agradables, sino que sepamos dirigir los actos que producen nuestras emociones para el bien y la armonía.

Este es además el sentido de la Pascua. La gran alegría de la resurrección, después del paso difícil y duro de la muerte. Pero el centro está en la vida, en la resurrección, en la gran alegría de sentir dentro a ese Dios que nos ama y nos quiere felices.

Una vez más la invitación a hacer de nuestra vida, de nuestra persona, de nuestra familia, de nuestros grupos y equipos de amigos y trabajo, ambientes donde reine la alegría.

Sin duda nuestro mundo será diferente cuando nos comprometamos con el gozo de vivir.


Espero tus comentarios

Con mi cariño.

José Luis

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sábado, 1 de agosto de 2009

La verdadera plegaria

Queridos amigos:


Cada mañana cuando llevo a mis niñas a la escuela, hacemos una pequeña oración, que han aprendido a hacerla con sus propias palabras, como una plática. Y de alguna manera, sin querer corregirlas, sino dejarlas expresar lo que sienten y dicen. Me llamó la atención todo el año, que la más pequeña de ellas, María Escarlett, empezaba siempre diciendo: “Que estés bien…”


Y claro está que me parecía lo más lógico, fuera de toda teología, en su mentalidad de niña, que el primer deseo fuera que “Él, Dios, estuviera bien”…como un saludo, como una forma altruista, como un buen deseo, como una fórmula de comienzo…que en su ingenuidad me hacía sonreír.



Porque, ¿Y si Dios no estuviera bien? Qué importante que Él esté bien, por lo menos Él…que no lo hayan alcanzado las mafias, ni los partidos políticos, ni la influenza, ni el deterioro económico causado por la avaricia de algunos, ni que esté manipulado por los medios que también unos cuantos manejan a su favor.


¡No, por favor, que esté bien! Es lo mejor que nos puede pasar a todos, porque si Él, que es el “Necesario” está bien, los demás, “los seres contingentes”, podemos tener esperanza, ¿O no? ¿A quién más iremos? Así le dijeron los discípulos, cuando Él les dijo que si querían también irse como los demás, a los que les habían parecido duras sus palabras.


¡Qué estés bien! Que oración tan preciosa, qué padre desearle eso al buen Dios, que ha de haber sonreído cada vez que mi hija en su candor se lo decía.


Porque me recuerda el pasaje del Evangelio, cuando van en la barca y el mar se embravece, el lago de Genezaréth se volteaba todo, y ellos piensan que morirán ahogados, mientras Jesús duerme plácido en la barca, se ve que se había desvelado la noche anterior…y ellos asustados lo despiertan, y le increpan, ¿Duermes mientras casi nos ahogamos? Y él, que también tenía lo suyo y como humano le molestaban esas despertadas así de bruscas, pues, les contestó: ¡Hombres de poca fe!, que fue mejor que decirles otra cosa, o por lo menos el evangelista no lo cuenta por pena, pero, Jesús, acto seguido, le gritó al mar ¡Cálmate! Y al viento ¡Enmudece! Y se volvió a dormir, y ellos, quedaron pasmados, sólo pudieron articular al ver que volvía la calma en la naturaleza: ¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?


Y aunque eran miedosos, y con poca fe, habían hecho algo importante, y bueno, “lo habían subido a su barca desde el principio…Él iba con ellos”. Porque sucede que en nuestra vida, siempre habrá oleadas y unas tremendas, pero, si a Él lo embarcamos con nosotros, lo metemos en nuestros proyectos, cuando las cosas se pongan bravas, podremos despertarlo, acudir a Él, pues, Él va ahí también…

Pero, ¿Y si no, y si no lo embarcamos con nosotros? ¿Si ÉL no está bien y dormido plácidamente, y sólo basta despertarlo? Entonces nos viene el miedo y el pánico, estamos solos, y Él no está bien…Él ni siquiera está con nosotros conscientemente.


¡Qué Él esté bien, que venga con nosotros, que siga siendo el que nos llene de entusiasmo, y esperanza, que siga provocándonos la fe!

Y que nosotros tengamos el candor de gritárselo cada mañana: ¡Qué estés bien, porque si tú no estás bien, todos los demás, estaremos amolados, muy amolados, y no sabremos a quien ir ya!


Con mi cariño, y compartiendo con ustedes estos lindos aprendizajes de ser papá:


Juan Ignacio