martes, 11 de agosto de 2009

Reír para vivir

En nuestros tiempos se habla mucho de que la risa es un remedio infalible, que reír hace que nuestro organismo segregue endorfinas y éstas nos hagan sentirnos bien. A partir de la película de Match Adams, han surgido en muchos hospitales, grupos de “risoterapia” que van de cuarto en cuarto haciendo reír a los pacientes y sus familiares con el fin de que sus sistema inmunológico se haga más fuerte y la salud se recupere antes.

Hoy mi día de trabajo fue largo, sin embargo mi experiencia sobre el tema de la risa fue significativa. En la mañana muy temprano trabajé dando un curso en una secundaria a los alumnos, a los cuales costaba sacarles una sonrisa, sus caras como de reto, sus miradas como diciendo: “a mí no me cuentes cuentos de cómo debo vivir”. Luego a media mañana un trabajo con adultos que trabajan con grupos de personas ayudándoles a superarse; su actitud muy receptiva, sin embargo muy serios en sus planteamientos, debatiendo sobre asuntos como justicia, evitar la pobreza, resolver problemas, manejar conflictos de comunicación entre los grupos, etc. En la tarde, ya después del trabajo la experiencia con mis dos hijas: las escuché jugar, reír, hacer tarea, reír, leer un cuento, reír, cenar, reír, acostarse, reír… y reír y reír toda la tarde.

Una de mis conclusiones, sin querer ser dogmático es la siguiente: los adultos estamos preocupados por resolver el futuro, planeamos y nos acordamos del pasado, sentimos culpa y lástima, nos arrepentimos o juzgamos las acciones de los otros; total nos la pasamos entre juicios, culpas y preocupaciones, pensando que quizás así resolvamos el mundo. Los adolescentes viviendo su presente pero bombardeados constantemente por lo que quieren hacer, lo que harán, lo que hicieron que está mal, la amenaza de las calificaciones, los padres y maestros que les trasmitimos la angustia de su futuro. Y los niños, viviendo plenamente el presente, sin cuestionamiento alguno en lo que vendrá, sin culpa de lo que pasó, sólo viviendo el presente, por tanto gozando.

Yo que fui testigo de todo esto en un solo día y que como adulto me preocupé hasta de la risa de mis hijas, y que sobrecuestioné a los adolescentes, y me envolví en el debate de los adultos y que sin embargo me sentí observador de mí mismo, me digo ahora: “VIVE EL PRESENTE. RÍE, GOZA, DISFRUTA LA VIDA”. Porque estoy convencido que la risa, la alegría y el vivir intensamente el presente es lo que merece la pena.

En una película que en estos días vi, una mujer daba un testimonio de que en tres meses se curó de un cáncer de mama, sin quimioterapia, sin radioterapia, sólo con meditación, oración y una gran dosis de películas de humos y de risa. Por otro lado, me acordé del Santo que más admiro, Don Bosco, que decía: “nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”, y su filosofía era vivir al máximo, con intensidad, disfrutar el trabajo, que siempre hubiera alegría en el patio, en el aula, en la vida, en los ambientes. Porque donde reina la alegría la vida fluye.

Hoy, queridos amigos que leen este artículo, jóvenes de edad y jóvenes de corazón, los invito a hacer una reflexión sobre este tema, a reírse hasta de ustedes mismos, a reírse de la vida de lo que acontece, de lo que va pasando, a disfrutar al 100 % de cada actividad, de cada trabajo, de cada tarea, de cada relación. A tener una actitud positiva ante la vida, a darnos cuenta de que todo son elecciones y si elegimos estudiar, disfrutar al máximo el estudio, y si elegimos un trabajo, disfrutarlo al máximo, y si decidimos una reunión familiar, un paseo, una actividad, gozar con plenitud de ella.

Esto no quiere decir que todo sea agradable, sino que lo hagamos agradable. No significa que sólo hagamos lo que nos gusta, sino que aprendamos a que nos guste lo que hacemos, no significa que sintamos siempre emociones agradables, sino que sepamos dirigir los actos que producen nuestras emociones para el bien y la armonía.

Este es además el sentido de la Pascua. La gran alegría de la resurrección, después del paso difícil y duro de la muerte. Pero el centro está en la vida, en la resurrección, en la gran alegría de sentir dentro a ese Dios que nos ama y nos quiere felices.

Una vez más la invitación a hacer de nuestra vida, de nuestra persona, de nuestra familia, de nuestros grupos y equipos de amigos y trabajo, ambientes donde reine la alegría.

Sin duda nuestro mundo será diferente cuando nos comprometamos con el gozo de vivir.


Espero tus comentarios

Con mi cariño.

José Luis

Gracias por seguir en contacto:

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