Últimamente hemos venido escuchando algunas frases que quieren de alguna manera definirnos, y que tratan de ser una síntesis de cada una de las partes que nos constituyen, de lo que tienen o requieren:
- ¡Eres lo que comes! (Refiriéndose a nuestra parte corpórea, su nutrición, y por tanto la disciplina necesaria, los buenos hábitos al respecto, etc.)
- ¡Eres lo que piensas! (Refiriéndose a nuestra parte mental, dado que de ahí se originan los sentimientos, y pasan a las acciones.)
- ¡Eres lo que recuerdas! (Refiriéndose a nuestra parte emocional, la vida que hemos vivido, y en qué la hemos gastado o desgastado, nuestra historia.)
- ¡Eres lo que respiras! (Refiriéndose a nuestra parte Espiritual, nuestra esencia, lo que nos mantiene en vida, y la importancia de saber hacerlo.)
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¿Y qué pasa con el que no ha vivido, o con el que niega su historia y su pasado, y hasta su imagen tiene que cambiarla para no ser reconocido, como ha sucedido con criminales nazis, y con actuales malosos metidos en fraudes, o en negocios sucios sea de droga, sea de crimen, sea de mal para la sociedad? Una historia que se vuelve acusadora, antes de su final, y que por esto mismo podría ser un llamado al cambio posible aún, y al arrepentimiento de una vida sin sentido.
Pablo Neruda pudo escribir sus memorias titulándolas: “Confieso que he vivido”. Hermoso título de quien ha gastado y desgastado su vida, porque para eso nos fue dada, y que sin ocultar los errores y extravíos humanos, saca a la luz el esfuerzo, la valentía, y la lucha por no deshumanizarse sino de lograr un crecimiento personal y social, y de dejar un aporte aunque sea pequeño al grupo humano del que forma parte.
Y existen también personas con esta forma de demencia o afección cerebral progresiva y degenerativa que afecta la memoria, el pensamiento y la conducta, llamada Alzheimer, y que altera el lenguaje o la toma de decisiones, el juicio, la atención u otras áreas de la función mental y de la personalidad. ¡Esto sabemos que es una enfermedad y que hay una lucha mundial para tratarla!
Pero, nos preguntamos si no hay también esta afección a nivel social, pueblos a los que se les ha alterado su historia, o se les ha narrado mentirosa o engañosamente, por decisión de grupos, partidos, por conveniencias de los vencedores, o por quien quiere lucirse en su momento de poder, con un grave deterioro para la conciencia social, para su memoria histórica, y por tanto para su actuar presente, condenándolo en sus decisiones, juicios, atención, y personalidad social, a repetir y a dudar.
Y nuestro México parece un país proclive a esa afección: ¿Qué hay de nuestros héroes y nuestra historia contada, si últimamente los investigadores han encontrado verdades ocultas, negadas, o contradictorias a lo sabido?
¿Qué se pretende si incluso últimamente a nivel nacional, se han querido negar crímenes políticos, distorsionar verdades de casos como Paulette, la Paca, e inventar ridículos como el “CHupacabras”, silenciar secuestros y desapariciones, crímenes nunca aclarados como los de Acteal, inventar Fobaproas para ocultar graves desfalcos y contubernios nacionales, y promover grupos armados por partidos políticos, y todo esto apostando a la poca memoria de nuestro pueblo, a su poca atención, y escasa toma de decisiones?
¡Es hora de exigir y entrenar “nuestra memoria histórica”! Si al menos eso sacáramos del centenario y bicentenario, la verdadera historia de nuestro País, y las ganas de vivir en la verdad, para ser verdaderamente libres, será un logro grandioso, profundo, que nos devolverá la posibilidad de engrandecernos, de confiar en nosotros mismos, y de vivir de una manera mejor. Nuestros pueblos precolombinos, estuvieron llenos de grandes astrónomos, poetas, matemáticos, científicos en muchos campos, grandes hombres y mujeres que nos llenan de orgullo y que no debemos nunca olvidar. Y en nuestro mestizaje y crecimiento nacional seguimos teniendo mujeres y hombres de una altura mundial, que debemos recordar y reconocer para ejemplo de todos. Y en nuestras épocas modernas igualmente, más allá de lo negativo, y de la noticia amarillenta y atractiva que nos presentan a diario, hay cosas maravillosas que debemos saber, para alentar nuestras vidas, para querer también contribuir y para tener memoria histórica, esa que tanta falta nos hace.
Hoy y desde aquí amigos lectores, luchemos por la “buena memoria” en nuestro País, por saber la verdad, y caminar en la verdad, y por exigir que nos traten como adultos, capaces de comprender, de juzgar, de aprender del pasado, de vivir el presente, y de lanzarnos con fuerza a un futuro mejor, más humano, y responsable, donde no haya el engaño, lo mordaz, y el tratar de hacernos olvidar todo, para que logren perpetrarse los grupos de poder.
Con cariño
Juan Ignacio.
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