Cada estación tiene su sentido, cada momento su gracia. El otoño es la estación de la limpieza, de la purificación, el mejor ejemplo nos lo dan los árboles que tiran sus hojas, se quedan pelones para después en la primavera reverdecer.
Noviembre es un mes situado en el otoño y que además se caracteriza por que en su comienzo celebramos el día de los muertos. Muerte, desprendimiento, limpieza, pero con un sentido. Así como las hojas de los árboles se convierten a través de un proceso, en abono para la tierra de modo que sea ésta más fértil; del mismo modo la muerte, la pérdida tiene ese sentido, de fertilidad.
El paso de la muerte a la vida, es más difícil de asimilar que el del nacimiento. Nace un niño y todos nos alegramos, muere un anciano y lo lloramos. De cualquier forma sabemos que desde el nacimiento estamos destinados a la muerte, sin embargo es un difícil paso.
El año padado le tocó a la tía Martha, aún la recuerdo con su sonrisa, con su presencia cada vez que íbamos a Aguascalientes, con su dedicación y detalles con mis hijos, con su entusiasmo y anecdotario ante sus nietos, con la fuerza para vivir y luchar contra el cáncer preocupada por dejar a sus hijos integrados y felices, con las ganas de vivir y con la resignación forzosa a declinar.
También se fue la mamá de Viky, una gran señora que todos los que la conocieron hablan bien de ella, de su dedicación y entusiasmo ante la vida, de su fortaleza ante las adversidades y de la bondad en sus relaciones.
Y así tenemos todos experiencias de personas que nos dejan cada año, y cuando más grandes de edad somos, más conciencia tomamos de la levedad de nuestra existencia en el planeta.
Cuando los seres humanos tomamos conciencia de que nuestra estancia como inquilinos en este cuerpo mortal es pasajera, vamos entendiendo que el apego a los bienes materiales y la acumulación, carecen de sentido; y que quedarnos con viejos rencores y con experiencias que nos cobran caro por vivir en nuestra mente, sólo acarrea enfermedades mentales y emocionales que nos aprisionan. Entonces comienza junto con la conciencia, el DESAPEGO.
Apegarse y desapegarse es de sabios, es como abrazar y soltar, es disfrutar el momento y dejar atrás lo vivido llevando con nosotros sólo la experiencia; es decir, después de cada experiencia vivida tomamos conciencia de que ya pasó, decidimos que no nos la llevamos, que no queremos que se repita, que si mañana tenemos otra oportunidad igual vamos a vivir de nuevo la experiencia, que cada momento es único. Descubrimos así que la vida y la muerte, que la alegría y la tristeza, pasan, por tanto lo adecuado es disfrutar y vivir plenamente y en seguida soltar. Esto es fluir, esto es vivir con sentido, esto es estar en Dios, esto es vivir profundamente lo esencial y soltar lo superfluo.
Por eso este Otoño, este Noviembre, el día de muertos, nos puede servir para desprendernos, para dejar vacía nuestra mente cada noche, de manera que sea como la taza vacía para que al día siguiente se pueda llenar de vida, de experiencia y que la noche siguiente de nuevo la vaciemos para volverla a llenar, entonces nos vamos haciendo sabios y grandes, de lo contrario sólo nos iremos haciendo viejos.
Te invito a que te pongas en una postura cómoda, que relajes tu cuerpo, que pongas una música tranquila y que te traslades con tu imaginación a un bosque en Otoño, mira los árboles azotados por el viento y dejando caer sus hojas, cada día unas pocas, poco a poco se van quedando vacíos solos, tristes, desprendidos. Y en la película de tu imaginación ve poso a poco llegando al invierno sintiendo cómo se entierran las hojas y se van convirtiendo en abono. Y luego a la primavera, donde de nuevo se van llenando de hojas, va regresando el verde, va brotando la vida y cambia el ambiente.
Ahora mira tu vida y haz un símil, aprovecha este mes de noviembre para soltar, para desprenderte para dejar ir todo lo que ya viviste, suelta cada experiencia, cada relación, cada día para que en la mañana siguiente estés listo para llenarte con lo que la misma vida te brinda.
Deseo para ti y para mí esa sabiduría que nos permita soltar, desprendernos y fluir.
Con mi cariño.
José Luis
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