Nuevamente los Mexicanos nos disponemos a vivir una “transición” de poderes…de hecho se ha hablado de un equipo de transición, y transición significa “pasar de un estado a otro”, y así en nuestra vida vamos teniendo muchas transiciones…pues vamos de tránsito, o sea de paso, de camino, somos seres en transición.
Pero, esto que pareciera tan obvio, no se refleja en los que toman el poder, ellos pareciera que al tomar un cargo de estos, de poder, se olvidan de la transición, de que van de paso, porque nada hay en las ceremonias de toma de posesión que les recuerde esto, más bien, hay tácitamente, como el mensaje de que es para siempre…cuando la verdad existencial más profunda es todo lo contrario, “nada es para siempre”…
Y por eso quizás, los monarcas, reyes, y todos los que en la antigüedad tomaron puestos de poder, tenían además del bufón que los hiciera reír, dado que su vida en esas esferas era muy seria; al anciano consejero, al de la experiencia, que le recordara que no se tomara el puesto como propio, dado que al rato tendría que dejarlo, por la sucesión o por la muerte.
Y los que hemos vivido lo suficiente como para ver la transición en varios sexenios, comprobamos con más claridad eso de que nada es para siempre…y gente que se sintió muy poderosa, dueña del país, que mandó, hizo y deshizo, hoy está hecho polvo, muerto, y apenas y se le recuerda.
Sin embargo, su cometido no era permanecer, sino transitar; No era apoderarse, sino desprenderse; No era enriquecerse sino distribuir; No era destruir, sino crear; No era someter, corromper, ni manipular, sino escuchar, sumar, liberar; Y sobre todo de lo ya hecho, crecer, mejorar, evolucionar. Pues, nunca el espíritu destructivo en sí mismo es beneficioso.
Y la pregunta que nos viene entonces al asomarse un cambio es: ¿Habrá evolución o involución en las conquistas sociales alcanzadas con mucho esfuerzo, sangre, y tiempo? ¿Seguirán valiendo los valores como decía Nietzsche? ¿Aumentarán los excluidos, esa categoría que nos habla no tanto ya de la explosión demográfica sino de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano? Por eso ya no se les dice “los de abajo” sino “los de afuera”. (¿De dónde? Ya no hay escala social, ¿Fuera entonces de las perspectivas humanas, de esta sociedad, de qué?)
Y veo a mi hija María Escarlett que hoy transita los doce años, y que empieza a meter la nariz en estos cambios de poder, (Que deberíamos llamarles de servicio, para dejar claro el mensaje a los que lo toman.) y me pregunto si para sus dieciocho: ¿Podrá celebrar un paso a su libertad, porque el ámbito nacional así lo demostrará, dándole la bienvenida como ciudadana activa a la que se le va a escuchar su voz y respetar su voto, o se llenará de desilusión por ver que siguen las tranzas, corrupciones y compra de votos?, ¿Tendrá espacio para prepararse en una buena universidad a servir con sus talentos al País, o verá con asombro el negociazo de la educación, el que no es para todos, y que aunque estudie no hay trabajo, ni presupuestos, porque la generación que hoy está en el poder se robó su futuro, sus ilusiones, y su orgullo?
¡Ojalá verdaderamente transitemos!
Con mi cariño: JUAN IGNACIO.
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