Amigos lectores:
¿Quién no se ha enterado de lo
que nos ha pasado en el País, y de toda la respuesta que se ha dado a los
acontecimientos? Experimentamos lo que dice ese escritor argentino, Narosky:
“La verdadera hermandad no requiere lazos de sangre”. Así ha sido, y se nos han
llenado los ojos de lágrimas por el dolor y la tragedia, pero, también por el
orgullo de todos los que han dado de sí mismos con los ojos cerrados, y de los
que esperamos reciban con los ojos abiertos, porque entonces sí, recibir los
humanizará, los hará sentirse amados, más allá de su dolor.
Vimos brigadas nacionales y
extranjeras trabajar día y noche, no obstante riesgos y peligros, y aprendimos
de ellos que “los valientes también temen, pero, siguen avanzando”. Y ahora
cuando ya vimos que podemos, necesitamos seguir valientemente avanzando contra
toda forma de corrupción, de robo y rapiña y de abuso de poder. Fue triste ver
que aún en medio de la tragedia hay quienes quisieron lucrar y sacar ventaja de
las situaciones. ¡Pero vimos que podemos denunciarlos!
Sufrimos mucho por la naturaleza,
pero, mucho más por la irresponsabilidad de quienes permitieron construir en
zonas de riesgo, con permisos falsos, con materiales endebles, con abuso y
engaño a los compradores, y con todo el descaro de quienes debieron protegernos
y no lo hicieron. Y nos damos cuenta de
qué fácil es seguir la corriente de mediocridad y deseo de dinero fácil, y qué
difícil enfrentarla, negarse a ser corrupto, dañar, y lucrar con el dolor
ajeno, que tarde o temprano va a suceder, como ahora lo vemos. ¡No lo hagamos
más, enseñemos esto a los jóvenes!
Me he cuestionado también, el valor
y sentido de los simulacros, cuando mi hija me cuenta como al sentir el temblor
y estando en zona de riesgo, salieron en estampida para salvarse, sin tener en
cuenta a nadie, hasta llegar a una zona clara, porque el llamado a la
sobrevivencia es de naturaleza. Se pretendía que con el simulacro se pasara de
pánico inmovilizador a miedo actuante, pero, en los simulacros sabiendo que son
“simulacros” la gente sale con su café en la mano y sin mayor responsabilidad.
Si no se avisara que es simulacro habría infartados por el susto, y después
como el niño y el lobo ya no se creería ante la alarma. ¿Qué hacer? ¡Cambiemos
estrategia!
Hay una teoría que afirma que en
los simulacros atraemos con las miles de mentes enfocando la tragedia, que
sería mejor simulacros de enseñanza en grupos, de manera más pedagógica, o de
poner las mentes enfocadas meditativamente en algo bueno, próspero y saludable
para atraer bendición y bien estar. Momentos comunitarios de abrir conciencias,
no de borreguismos. ¿Usted qué opina? ¡Hagamos propuestas, ensayemos otros
métodos, logremos el aprendizaje!
Y lo importante será también no
perder el ritmo que hemos tomado como pueblo, de unidad, apoyo, exigencia,
responsabilidad y crecimiento. Ya nos damos cuenta que como dice Narosky “el
dolor físico lastima, pero, el espiritual desgarra”. Nos desgarra ver dos
Méxicos, nos desgarra ver Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Veracruz tan ricos y con
gente tan pobre por décadas de corrupción política. ¡No lo permitamos más,
exijamos lo que debemos, y hagamos lo que cada quien debe de hacer, haciéndolo
bien, hasta ponernos nuevamente de pie como la gran nación que somos!
Con mi cariño: Juan Ignacio
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