domingo, 6 de mayo de 2018

Prohibido quejarse


Amigos lectores:

Curioseando por los libros allá donde hay un patio de letras, bien llamadas librerías, llenas de tomos y tomos, me encontré con uno nuevo, que se asomaba indiscreto, quizás por ser inexperto, de esos recién llegados, que aún no los acomodan, apretados con los otros. Su título me llamó la atención: “Prohibido quejarse”, de Salvo Noé, sicólogo italiano, que lo vende con un cartel incluido, repitiendo la misma frase de “prohibido quejarse”. Y continúa: Haz algo para mejorar tu vida y la de los demás, puesto que las quejas como las mecedoras, te entretienen, pero, no te mejoran.  Proponiendo quitar así un clima de negatividad, para mejorar la autoestima, el entusiasmo, la motivación, volviendo a poner la confianza, responsabilidad y competencia en el centro de nuestras vidas, sin jugar ya más a la víctima, al salvador o al perseguidor.

Y si en esa sociedad donde aparece el libro, lo sienten necesario, cuánto más en la nuestra y en este clima electoral que vivimos, donde no sólo hay quejas por todos lados, sino vituperios, y descalificaciones queriendo manipular el conocimiento y voluntad de los electores.

¿Qué pasaría en realidad si no nos quejáramos, si estuviera prohibido quejarse, si por cada queja nos multaran? Sería fabuloso, ¿No cree usted? Porque se empezaría una nueva cultura, un cultivo en la mente de los ciudadanos, hacia lo positivo, hacia el agradecimiento, y hacia el reconocimiento motivador de lo bueno, de las conductas ciudadanas que arrastran porque no se pierden en palabrería, sino que calladamente actúan.


¿Qué pasaría si en las instituciones, en lugar de reclamos les llegaran felicitaciones? Caray, sería increíble, porque todo el personal de dicha institución, se sentiría reconocido, aplaudido, y eso los motivaría a servir de mejor manera.

¿Qué pasaría en las colonias donde en lugar de quejas, se escucharan alabanzas por el buen vivir en esa zona? Las personas que ahí viven, orgullosas cooperarían a que fuera mejor cada vez la calidad de vida, el trato con los vecinos, el no tirar la basura, el saludar al que pasa, y en fin, a cuidar entre todos la vida buena que ahí se logra.

¿Y si en las casas, en las familias, en lugar de quejas se escucharan frases positivas de “qué bien lo hiciste”, “qué bueno que lo lograste”, “te quedó maravilloso”, “esto está de presumir”, y así una serie de frases motivadoras? Desde luego que se crearía otro clima existencial, de desarrollo y crecimiento.

¿Qué pasaría si en su empresa, chiquita o grande, ahí donde usted labora, no se escucharan quejas, sino palabras de compañerismo, de apoyo, de entusiasmo por lo logrado, de atención para realizarlo mejor, de reconocimiento al esfuerzo hecho, de propuestas creativas, y de acompañamiento laboral que da confianza?

¿Qué pasaría si usted se lo propone, y en lugar de quejarse, habla bien de su hogar, de su trabajo, de las instituciones, de nuestra patria? Y por veinte días lo hace, educándose así, a ver lo bueno de todo el entorno que lo rodea, de la sociedad, y entonces usted coopera entusiasmando, agradeciendo, felicitando, reconociendo, admirando, sorprendiéndose, alegrándose? Desde luego que su salud mejoraría, y haría usted más sano su ambiente donde se mueve, porque sus palabras ya no serían tóxicas sino nutritivas para los demás, y eso sería maravilloso, no cree usted?

Es un buen momento para hacerlo, tomémosle la palabra a este autor, y propongámonos que de ahora en adelante al menos en nosotros “esté prohibido quejarse”. ¿Le parece?.

Con mi cariño: JUAN IGNACIO


No hay comentarios:

Publicar un comentario