lunes, 1 de octubre de 2018

Amables lectores:
Hemos escuchado mucho últimamente sobre la maravillosa reforma educativa del régimen de Peña Nieto y la impositiva y punitiva reforma educativa para el régimen de López Obrador. Y todo esto confunde, porque no va ni se toca el fondo del problema. ¿Qué es educar?
El discurso pedagógico actual habla con énfasis a cerca de un gran cambio de paradigma en el terreno educativo que consiste en el paso de la visión de la educación centrada en la enseñanza, a la educación centrada en el aprendizaje, que va de una perspectiva centrada en el profesor a una nueva mirada centrada en el estudiante. Pero, esto sólo parece un movimiento pendular con una mirada que a los expertos parece simplificadora.

“Nadie educa a nadie- nadie se educa a sí mismo- los hombres se educan entre sí con la mediación del mundo” Paulo Freire. El gran pedagogo brasileño plantea en esta cita precisamente la centralidad de la relación en el proceso educativo. En su libro emblemático “Pedagogía del oprimido” dice enfáticamente que los seres humanos nos educamos en comunión, es decir, en el encuentro profundo entre seres limitados y necesitados de todos los demás para definirnos.
Martín López Calva en su artículo “La educación como relación personalizante” aclara que si la docencia es la actividad profesional, sistemática y socialmente legitimada que tiene como objetivo la formación de las nuevas generaciones; la profesión que enseña a los niños y adolescentes en qué consiste ser humano, el verdadero eje de esta actividad no es ni el profesor, ni el educando, sino la relación humanizante que se establece entre ambos.
“Estar juntos, decía Jean Luc Ferry (2007) es estar en el afecto, es afectar y ser afectado” Carlos Skliar “Pedagogía de las diferencias” pag. 76. Porque la clave en la escuela y en el aula es precisamente que alumnos y profesores están juntos, se está en el afecto, esto es, afectando al otro y siendo afectado por el otro. ¿Qué tipo de afectación se produce entre docentes y estudiantes en la actividad cotidiana? ¿Los alumnos son afectados en un sentido que les hace más humanos, que les ayuda a ir construyéndose como personas sanas en todas sus dimensiones?
La docencia debería entenderse entonces como un proceso de construcción de una relación personalizante entre docentes y estudiantes. En este sentido, como dice Latapí, el docente es como el antiguo Tlamatini de la cultura Mexica:
“…el sabio encarnaba el conocimiento porque poseía –escritura y sabiduría-; pero encarnaba un conocimiento peculiar, el que versa sobre la educación, que es un conocimiento envuelto en el amor; de él emanaba una energía que transformaba a los demás-haciendo sabios sus rostros-; él ponía un espejo ante los otros, y éstos-adquirían un rostro-; los hacía cuerdos, cuidadosos; gracias a él la gente humanizaba su querer y recibía una estricta enseñanza; él confortaba el corazón, confortaba a la gente, o sea, les infundía esperanza”
Para que esto ocurra es necesario que cada profesor se asuma como ese personaje sabio que se vuelve un espejo ante sus alumnos para que ellos vayan adquiriendo su propio rostro, para que se vayan volviendo cuerdos y cuidadosos, para que humanicen su querer y construyan esperanza.

¿Esto le parece a usted que es educar? Y ya nuestros Mexicas lo sabían y lo practicaban. Mientras nosotros nos perdemos hoy, en una política estéril y demagógica.  

JUAN IGNACIO.

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