Sin embargo así como la cizaña y el trigo, el quelite y el maíz, junto con lo deseable, crece lo que no nos agrada. Cuando tomamos un antibiótico, éste ataca las bacterias que nos causan dolor o malestar, pero a su vez ataca también células sanas que nos protegen.
El equilibrio y la valoración que de cada acción hacemos, nos van llevando a la madurez, y logramos así, la mayoría de las veces, hacer cosas que nos favorecen y contenernos para dejar de hacer las que nos perjudican.
Sin embargo sabemos que en ciertas etapas de nuestra vida, como es en la adolescencia, no todas nuestras inteligencias trabajan a favor de los resultados que necesitamos para ser felices, sino que existen engaños de dentro y de fuera de nosotros mismos, que nos van llevando a conductas que, cuando las analizamos en retrospectiva, no hubiéramos decidido por ellas, sin embargo las consecuencias se hacen presentes.
De Dordesa Blog |
“Señores, la droga llegó para quedarse”, fue un comentario que en un congreso internacional sobre adicciones escuchamos del representante de la ONU para estos asuntos. Esto no significa que tengamos que quedarnos de brazos cruzados ante la comercialización y distribución de drogas, al contrario, todo lo que podamos hacer será benéfico. Sin embargo, el mensaje del comentario es que necesitamos ocuparnos más de educar a nuestros hijos y a nuestros alumnos para que se quieran a ellos mismos, para que se acepten y se amen, para que se den cuenta que en su interior llevan todas las sustancias necesarias para el bienestar, las sanas relaciones y el disfrute total. Que no necesitan de sustancias externas, ni de amores baratos, ni atragantarse comiendo, ni dejar de comer, para ser valiosos.
Nuestro ataque frontal no tiene que ser a los productos o a las sustancias, sino a la pasividad, a la desgana y el desánimo, al “sinsentido” que vivimos en esta sociedad. Nuestro mundo necesita seres humanos que quieran vivir procesos de crecimiento y desarrollo, que quieran trabajar con calidad, pero esa calidad que parte del interior de la persona, de dentro hacia fuera y no al revés, esa calidad basada en principios que se hacen valores porque se viven cotidianamente. Nuestros hijos y nuestros alumnos necesitan adultos fuertes que sepan qué quieren, que tengan proyectos valiosos y entusiasmantes, que disfruten lo que hacen, que se apasionen en vivir. Esos adultos somos los que hoy estamos aquí.
No se trata de ser modelos que no se equivocan, sino de ser buscadores, luchadores incansables en pro de la vida, de lo que merece la pena, de lo sustancial, de lo profundo.
Entonces viene el milagro, la magia, la paradoja. Entonces es cuando los hijos se hacen fuertes al verse en espejos fuertes, de lo contrario van tomando nuestras debilidades como pretextos para justificar sus flojeras, y nuestro cansancio para ellos no trabajar, y nuestro dinero para demostrar que no necesitan crear nada nuevo sino gastar lo mucho que nosotros ya hemos producido.
Un adolescente o un joven propenso al riesgo, no es el que tiene bajos coeficientes intelectuales o emocionales, sino el que sale bajo en su coeficiente espiritual, el que le falta el sentido de existencia, entonces los resultados afloran y se van encadenando.
Mi vida no tiene sentido, por tanto me siento frustrado, la frustración me lleva de la mano a emociones lógicas: Tristeza y/o Agresión. Si no me adueño de la tristeza y la dejo fluir, ella se adueña de mí y se convierte en Depresión; si no canalizo adecuadamente la agresión para la productividad, ésta se expresa en forma de Violencia. ¿Cómo resuelvo los problemas que tengo de violencia y depresión? Por el camino fácil, droga, sexo, alcohol, comida, belleza, trabajo excesivo, perfeccionismo… y un sinfín de adicciones, que podríamos definirlas como “a-dicción”, o sea, lo que no se dice, como anormal es lo que se sale de la norma, o anorexia es la falta de apetito; adicción puede ser la falta de dicción: lo que no expreso, lo que no digo, lo suplo con una sustancia, con la tele, el videojuego, el chateo, el juego en línea, la cocaína o las 16 horas diarias de trabajo.
Podemos inferir del párrafo anterior que el riesgo es para el tipo de personalidades consideradas débiles o flojas, que irán eligiendo el camino más fácil de los que se le presenten, o al que están acostumbrados, oal que habitan.
El otro camino: me siento mal, me sale algo mal, igualmente me frustro, ante la frustración echo mano de mis Recursos que he ido aculando, por ejemplo situaciones anteriores similares de las que he salido adelante; entonces, me digo; “ahora también saldré de esta”, y lucho para vencer el obstáculo, y salgo victorioso, y no sólo venzo el obstáculo, sino que aprendo para la siguiente, acumulo un triunfo más, mi personalidad se robustece, y sigo viviendo, y me equivocaré muchas veces cada día, pero mi metodología será aceptarlo, expresarlo, compartirlo y afrontarlo, y así cada vez seré más fuerte, más creativo, más dinámico.
Está claro que para elegir esta segunda opción la preparación y el entrenamiento tienen que ser constantes. Primero tenemos que saber que podemos, segundo entrenarnos constantemente en lo que creemos es mejor y tercero amar con creatividad y pasión lo que hacemos.
¡FELIZ VIAJE!
Con mi cariño.
José Luis
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