Y es que si estamos despiertos y atentos a la vida, no nos queda más remedio que agradecer. Y agradecer a Dios, cualquiera que sea nuestra idea de él, y al universo, y a los demás y a nosotros mismos.
Las mejores cosas son gratis, piensa en un amanecer, en la puesta del sol, en las manos de un niño de ocho meses queriendo tocar todo, en la mirada de una mujer, en la ternura de un abuelo que se le cae la baba al cargar a su nieta, en la sonrisa que nos anima en… todo eso y mucho más no cuesta dinero, por lo tanto no se puede comprar ni vender, se regala, se dona, se expresa en forma gratuita.
Es por eso que la gratitud, la actitud de estar constantemente agradeciendo es natural en las personas que están atentas a la abundancia y que hacen que los bienes fluyan y se repartan, entonces doy con una sonrisa, recibo con la humildad del que necesita, comparto porque me siento igual que el otro y agradezco en cada despertar el seguir vivo y cada noche al acostarme, reconozco todo lo que recibí, compartí y doné, sintiéndome parte de este gran universo.
Cuando termina un año, un curso, una sesión, un proyecto, un trabajo, una enfermedad, incluso cuando termina la vida en este planeta de un ser querido, es muy sano agradecer, reconocer y seguir nuestro camino con más energía e intensidad.
A veces, para entender algo es necesario ver su opuesto ¿Qué pensarías de una persona egocéntrica, que no crea que tiene que estar agradecido con alguien, que piense que es autosuficiente y que no necesita dar ni recibir? Yo creo que sería alguien que está fuera de la realidad, que se engaña y que no ve con claridad.
Tenemos que estar atentos, pues el victimismo con frecuencia se instala en nuestro cerebro, como un virus; y a cada rato aparece su señal diciéndonos, lo poco que tenemos, lo que nos falta, lo mal que está el mundo y que no podemos hacer nada, pues los que lo tienen que hacer no lo hacen con nosotros, por lo tanto nosotros tampoco. Al sentir que no recibo, no tengo nada que agradecer, al no agradecer me cierro y no recibo, precisamente para no tener que dar gracias o para no deberle nada a nadie. Este círculo vicioso nos mete en un callejón sin salida en el que nos sentimos cómodos aunque insatisfechos, por lo tanto la insatisfacción nos da derecho a quejarnos y la comodidad no nos permite avanzar.
Hoy te propongo que seas agradecido, yo por principio te agradezco que leas esto que estoy escribiendo, pues me hace sentirme importante el saber que alguien tan valioso como tú se digne leer mis escritos frutos de mi reflexión. A la vez le agradezco a Dios, a ese poder superior, le llames como le llames, por darme las facultades y capacidades para hacer lo que hago, le agradezco al universo, por todo lo que me da a cada instante. Les agradezco a los miembros de mi cuerpo, desde mis dedos que están tecleando en la computadora, hasta mi cerebro que no deja de producir ideas, mis pies que hoy me trasladaron, el corazón que no ha dejado de latir desde el día de mi nacimiento, los pulmones que mandan oxigeno y ventilan todo mi ser para dejarlo limpio, y así cada miembro de mi cuerpo que me da tanto todos los días.
Y le agradezco a quien diseñó las maquinas que uso, a todas las personas que participan en los cursos, talleres, conferencias, pues me dan la posibilidad de expresarme de manera creativa, a mis maestros que me compartieron con su vida su sabiduría, a la gente positiva que me anima, a la negativa que me hace pensar, a quienes me dan problemas pues me ayudan a resolverlos, a quienes son intolerantes pues me dan la posibilidad de ser yo más tolerante, a mi madre, mi padre, mi esposa, mis hijos, mis suegros, mi socio, mis amigos… podría nombrar y nombrar personas y situaciones que para mí son hoy significativas.
Te invito a que hoy, en este fin de año, te pongas en actitud de gratitud, para que logres reconciliarte con la vida y puedas cantar a todo pulmón:
¡GRACIAS A LA VIDA, QUE ME HA DADO TANTO!
Con mi cariño.
José Luis
No hay comentarios:
Publicar un comentario