Pero,
nos viene la pregunta al hilo, ¿Educar para qué? ¿Hacia dónde los estamos
llevando? ¿Según el test PISA Seguimos en bajísimos niveles a nivel mundial en
educación, o será en capacitación? ¿Qué pretendemos cuando se abren
instituciones educativas que suenan desde sus nombres, a simples preparadores
de manos de obra, y no de cerebros de obra?
Porque
actualmente hemos desmembrado al ser humano, y al no concebirlo como un todo,
lo fraccionamos, “queremos prepararlo para que solvente sus problemas y sea
feliz”, ¿Cómo? Cada quien verá cómo, el
caso es no molestar después al estado, y aunque no lo digamos expresamente,
pareciera que en la práctica, en la búsqueda de cada quien para resolver sus
problemas, el “fin justifica los medios”, y así aprendemos de lo que vemos, a gobernadores hacer tranzas que nadie los
puede juzgar, resuelven sus problemas y tratan de ser felices, lo demás y los
demás no importan; O a partidos políticos que colocan a sus “diputados
plurinominales” para que haya más votos a favor de ellos, y consigan lo
inimaginable, y que aunque quiera el pueblo, sean inamovibles; O que un diputa do o senador, de un partido, puede por
conveniencias (el fin…) cambiarse de partido político (los medios…) y enarbolar
otras banderas ajenas a su supuesta ideología, filosofía, y postura, que
sostenía días antes con aparente convicción.
Y el
caso es que el problema, que supuestamente
se solventa con nuestra educación, despertando habilidades o competencias, para
que puedan ser absorbidos por las empresas y planta productiva, a la larga, da
muy malos resultados, porque como expresó Oscar Wilde en una carta a un amigo:
“…todo materialismo en la vida embrutece al alma”, y entonces tenemos
resultados como los que estamos viendo, de que ni se solventan los problemas
personales, ni hacemos gente feliz, y entonces sólo existen desencantos o frustraciones
que se expresan en agresión o en depresión, y desarrollamos un número muy
grande de delincuentes o de enfermos.
Porque
para resolver los problemas del ser humano, necesitamos también ideas fértiles,
sólidas y útiles, bienes más bien escasos en un mundo de datos y opiniones,
dijera Thomas Moore místico moderno. Necesitamos disciplina, interioridad,
voluntad en el trabajo personal, aprendizaje de las frustraciones normales de
la vida, aceptación humilde del ser creaturas, y metas e ideales que no sean
sólo economía, competencia y placer.
Esta
es nuestra pregunta como ciudadanos, ¿están las autoridades educativas, los
maestros y gestores de la educación por un pacto nacional con los padres de
familia, para crear un sistema no sólo de capacitación y ambiciosos programas
que hay que cubrir a como de lugar, aunque sea firmando mentirosamente de que
sí se cumplen, sino de formación, donde se pongan en juego no sólo las
habilidades y competencias, sino los valores, hábitos, prácticas de servicio y
construcción social, manejo de economías transparentes en sociedades de
alumnos, competencias de cómo lograr más y mejor con lo menos, viajes no sólo
de investigación científica, sino de admiración y encuentro, de valoración del
entorno, de premiar no sólo al estudiante de mejor memoria, sino al que hizo
algo en equipo por su entorno, al que perseveró en algo para provecho de una
comunidad, de consecuencias y merecimientos justos ante la mentira, engaño o
verdad, de evitar toda discriminación, abuso, y sometimiento de los demás, de
fuerte orientación al arte y al deporte, y en fin, de cosas que apunten a
resolver nuestras carencias de convivencia y corrupción?
Porque
de eso se trata en estos momentos del País, no tanto de inmediateces y
sofismas, de posturas políticas que quieran un cambio educativo para
enarbolarlo nuevamente como lo han hecho en cada sexenio, sino de darnos cuenta
que este momento obscuro por el que estamos pasando a nivel nacional no es
cualquier cosa, ha habido mucho sufrimiento, dolor, y tiene que ser fecundo,
luminoso, podemos salir de esta experiencia con unidad, dignidad, vitalidad y
carácter.
¿Podremos
formar en algo más trascendente para ir en pos de eso, que sólo el dólar, los
bienes materiales, las posesiones, la apariencia, el individualismo, el egoísmo,
y el satisfacer todas las apetencias aunque sea matando, robando, engañando,
degradando? ¡Claro que podemos, y es la hora de hacerlo, eduquemos a lo
profundo y al ser humano en su totalidad, a lo que tiene y ha tenido siempre de
humano y que seguimos admirando por su expresión en la creatividad, arte,
donación, y amor! Sólo hay que visualizarlo, quererlo, y hacer estrategias
prácticas para lograrlo en cada familia y escuela por pequeña que ésta sea.
Con
mi cariño: JUAN IGNACIO.
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