domingo, 25 de septiembre de 2011

¿EDUCAR PARA EL DESENCANTO?

Hemos comenzado el nuevo año escolar, y hay en nuestras ciudades nuevamente el movimiento como de pajarillos que vuelven a nuestros árboles, el bullicio de los educandos, el correr de coches en las mañanas, y todo lo que mueve en una sociedad el que millones de sus niños y jóvenes vayan a la escuela.

Pero, nos viene la pregunta al hilo, ¿Educar para qué? ¿Hacia dónde los estamos llevando? ¿Según el test PISA Seguimos en bajísimos niveles a nivel mundial en educación, o será en capacitación? ¿Qué pretendemos cuando se abren instituciones educativas que suenan desde sus nombres, a simples preparadores de manos de obra, y no de cerebros de obra? 


Porque actualmente hemos desmembrado al ser humano, y al no concebirlo como un todo, lo fraccionamos, “queremos prepararlo para que solvente sus problemas y sea feliz”, ¿Cómo? Cada quien verá cómo,  el caso es no molestar después al estado, y aunque no lo digamos expresamente, pareciera que en la práctica, en la búsqueda de cada quien para resolver sus problemas, el “fin justifica los medios”, y así aprendemos de lo que vemos,  a gobernadores hacer tranzas que nadie los puede juzgar, resuelven sus problemas y tratan de ser felices, lo demás y los demás no importan; O a partidos políticos que colocan a sus “diputados plurinominales” para que haya más votos a favor de ellos, y consigan lo inimaginable, y que aunque quiera el pueblo, sean inamovibles; O que un  diputa do o senador, de un partido, puede por conveniencias (el fin…) cambiarse de partido político (los medios…) y enarbolar otras banderas ajenas a su supuesta ideología, filosofía, y postura, que sostenía días antes con aparente convicción.
Y el caso es que el  problema, que supuestamente se solventa con nuestra educación, despertando habilidades o competencias, para que puedan ser absorbidos por las empresas y planta productiva, a la larga, da muy malos resultados, porque como expresó Oscar Wilde en una carta a un amigo: “…todo materialismo en la vida embrutece al alma”, y entonces tenemos resultados como los que estamos viendo, de que ni se solventan los problemas personales, ni hacemos gente feliz, y entonces sólo existen desencantos o frustraciones que se expresan en agresión o en depresión, y desarrollamos un número muy grande de delincuentes o de enfermos.
Porque para resolver los problemas del ser humano, necesitamos también ideas fértiles, sólidas y útiles, bienes más bien escasos en un mundo de datos y opiniones, dijera Thomas Moore místico moderno. Necesitamos disciplina, interioridad, voluntad en el trabajo personal, aprendizaje de las frustraciones normales de la vida, aceptación humilde del ser creaturas, y metas e ideales que no sean sólo economía, competencia y placer.
Esta es nuestra pregunta como ciudadanos, ¿están las autoridades educativas, los maestros y gestores de la educación por un pacto nacional con los padres de familia, para crear un sistema no sólo de capacitación y ambiciosos programas que hay que cubrir a como de lugar, aunque sea firmando mentirosamente de que sí se cumplen, sino de formación, donde se pongan en juego no sólo las habilidades y competencias, sino los valores, hábitos, prácticas de servicio y construcción social, manejo de economías transparentes en sociedades de alumnos, competencias de cómo lograr más y mejor con lo menos, viajes no sólo de investigación científica, sino de admiración y encuentro, de valoración del entorno, de premiar no sólo al estudiante de mejor memoria, sino al que hizo algo en equipo por su entorno, al que perseveró en algo para provecho de una comunidad, de consecuencias y merecimientos justos ante la mentira, engaño o verdad, de evitar toda discriminación, abuso, y sometimiento de los demás, de fuerte orientación al arte y al deporte, y en fin, de cosas que apunten a resolver nuestras carencias de convivencia y corrupción? 
Porque de eso se trata en estos momentos del País, no tanto de inmediateces y sofismas, de posturas políticas que quieran un cambio educativo para enarbolarlo nuevamente como lo han hecho en cada sexenio, sino de darnos cuenta que este momento obscuro por el que estamos pasando a nivel nacional no es cualquier cosa, ha habido mucho sufrimiento, dolor, y tiene que ser fecundo, luminoso, podemos salir de esta experiencia con unidad, dignidad, vitalidad y carácter.
¿Podremos formar en algo más trascendente para ir en pos de eso, que sólo el dólar, los bienes materiales, las posesiones, la apariencia, el individualismo, el egoísmo, y el satisfacer todas las apetencias aunque sea matando, robando, engañando, degradando? ¡Claro que podemos, y es la hora de hacerlo, eduquemos a lo profundo y al ser humano en su totalidad, a lo que tiene y ha tenido siempre de humano y que seguimos admirando por su expresión en la creatividad, arte, donación, y amor! Sólo hay que visualizarlo, quererlo, y hacer estrategias prácticas para lograrlo en cada familia y escuela por pequeña que ésta sea.
Con mi cariño: JUAN IGNACIO.

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