A Sergio Javier no lo conocí
personalmente, sin embargo a través de las redes sociales y del movimiento que
creó a su alrededor, logré saber que su misión en la vida quedó cumplida con
creces. Betty, su joven madre, quien fuera mi alumna en aquellos felices
tiempos de la Prepa del Salesiano de Querétaro, me dio una muestra de valentía
y trascendencia, al contarme un poco del proceso entre el accidente y los siete
meses que siguieron hasta el día en que Sergio Javier dejó el cuerpo en el que
habitó durante 18 años.
“Cuando un amigo se va”, tituló alguien en Youtube una serie de
fotografías, con la canción de Alberto Cortez de fondo y con unas hermosas
frases, de lo que Sergio deja cuando parte del lugar en el que su presencia fue
significativa. Mi pensamiento se traslada a la vida cotidiana de los jóvenes de
la edad de Sergio Javier, que en este momento están en la existencia terrenal,
debatiendo en sus mentes y cuerpos sobre el vivir y el morir y, los menos, con
la conciencia despierta, y en un adormecimiento apático los más.
No me considero pesimista, ni
criticón de los jóvenes. Tampoco de los que piensan que cualquier tiempo pasado
fue mejor. Simplemente creo en los jóvenes, creo en los seres humanos y me
duele ver y sentir en carne propia que nos alejamos de lo esencial y nos
entretenemos mucho tiempo, con gran desgaste e inversión de energía en lo superfluo,
pasajero e impermanente.
Cuando escucho los testimonios
de amistad, cercanía, servicio incondicional y solidaridad que este joven trasmitió
a tantos compañeros, familiares y conocidos, y cómo la red se ha ido haciendo
grande, me emociona saber que él ya cumplió su misión, y que nosotros, los que
todavía habitamos los cuerpos mortales, estamos en pleno desarrollo de la
misma, por lo tanto tenemos algo grande que hacer. En este mismo instante,
tienes y tengo; tenemos, un llamado a SER, sin apellidos, sin añadidos falsos,
simplemente SER.
Porque SER es lo que nos hace
parte del que somos imagen y semejanza y que por título se dijo “Soy el que
soy”. Creo que nuestra misión consiste en descubrir ese interior que nos
identifica, que logra apartar máscaras, personalidades y egos, que trasciende
títulos y posesiones y que se une en lo esencial a los otros seres.
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Gracias Sergio Javier por el
testimonio de lucha por vivir, gracias por tu vida eterna y gracias por la
misión que cumpliste.
Y a ti y a mí, que nos
quedamos todavía en este mundo, el gran reto de vivir nos convoca a cada
instante. La gran misión es vivir con intensidad para entrar en profundidad,
pues sólo desde la profundidad se pueden cambiar las estructuras. Somos misioneros,
o sea, tenemos una gran misión. Personalmente creo que la misión que tengo no
consiste en convertir a otros, ni siquiera en cambiar creencias, sino en vivir
plenamente en florecer donde estoy plantado.
1. ¿Tienes clara tu
misión?
2. ¿Te comprometes a
cada instante con tu vida?
3. ¿Quiénes te ven
descubren en ti la imagen del creador?
4. ¿Tiene hoy sentido
tu vida?
Pues a tiempo estamos para
convertir cada segundo de nuestra estancia en este mundo en un testimonio del
amor incondicional.
Con mi cariño de siempre y esperando tus
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José Luis
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