domingo, 8 de enero de 2012

Alegres por decisión. Felices pos consecuencia.


En estos días he tenido la oportunidad de trabajar facilitando talleres con maestros de diversas instituciones, unas laicas y otras religiosas, desde profesores de preescolar, hasta de Universidad, en diversos puntos de la República Mexicana; y he descubierto un hilo conductor en todos los participantes: LAS GANAS DE SER LOS MAESTROS QUE NECESITAN LOS NIÑOS Y JÓVENES DE HOY.
Como padre, psicólogo y educador, me pregunto constantemente ¿Qué necesitan mis hijos, mis alumnos, mis pacientes? ¿Qué necesitan de mí? ¿Estoy capacitado para brindarles lo que ellos necesitan? Y me voy dando cuenta de que, con mucha frecuencia, caigo en la tentación de centrarme en hacer lo que pienso que será bueno para ellos, sin darme cuenta de que si soy coherente viviendo con plenitud mi propia existencia, el testimonio de mi propia vida será el mejor regalo que puedo ofrecerles. No es que no tenga que pensar en los que me rodean, sino que el foco de atención de mi existencia tiene que estar en mí mismo, en mi desarrollo personal, en la coherencia entre lo que hago y lo que pienso y siento que es lo adecuado. Cuando soy yo mismo, es cuando mejor proyecto sobre los demás lo que ellos necesitan.
Don Bosco decía: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”. La alegría es un estado que brota de la decisión de ser quien eres y de hacer lo que estás haciendo. Si en este momento estás estudiando o trabajando, descansando o jugando, contemplando la salida del sol o subiendo una montaña, lo que hace que brote la alegría de tu interior no es lo que haces en sí, sino tu presencia en ello, tu estar aquí y ahora. Es curioso pero a los grandes líderes y santos parece que les importaba más, estar presentes en los pequeños momentos, que construir las grandes obras, sin embargo las grandes obras fueron hechas por estas pequeñas personas.
Pienso en La Madre Teresa, esa diminuta mujer que su acción consistía en curar heridas de los más pobres entre los pobres; o en Francisco de Asís que deja todo para vivir entre la naturaleza y lo sencillo; Gandhi, quien abandona su traje inglés y su prestigio de abogado, para vestir sencillamente con lo que él puede elaborar con sus propias manos. Ejemplos de líderes que trascienden viviendo de forma alegre su sencillez y que por vivir así, con tanta coherencia, han logrado tener seguidores que muchos años después de su existencia física, continúan con la obra que ellos comenzaron. El verdadero líder, el santo, no necesita de lo majestuoso, no precisa de atraer los reflectores continuamente sobre él, porque brilla con luz propia. Es así como podemos trazar nuestro camino, es la manera de trascender en nuestros hijos, alumnos, pacientes, empleados o compañeros de ruta; siendo nosotros mismos, trabajando más nuestro interior que las formas que lo adornan. Es de ahí, de esa fuerza interior de donde brota la verdadera alegría, la que nos hace degustar felicidad.
Volviendo al inicio de este artículo, este trabajo con profesores de diversas instituciones, me llevó a descubrir una realidad: “Cualquier educador que decida estar en contacto con su interior y visualice cada día lo que puede dar a sus alumnos, más allá de destilar contenidos académicos, será feliz, se sentirá realizado y logrará cambios en sus alumnos”. No me resultó tan importante que el educador fuera salesiano, franciscano, marista, laico o logoterapeuta, sino que fuera auténtico y creativo.
Hoy mi llamado y mi reflexión van en este sentido de profundidad y búsqueda de alternativas para ser coherentes e innovadores ¿Irá por ahí la santidad en esta época? Lo dejo a tu reflexión y me encantaría leer tus comentarios.
Con mi cariño de siempre
José Luis

No hay comentarios:

Publicar un comentario