viernes, 3 de febrero de 2012

Cupidos Modernos

Y cuando hablo de un “cupido moderno” no me refiero sólo a un cupido electrónico, o que use todo el marketing posible, para apantallar, para idealizar y vender, porque entonces no estaría yo hablando de lo moderno, sino sólo de lo contemporáneo, de algo que puede ser y desaparecer, porque es del momento, sin probar que deja huella y que forjará historia.

 Cupido, el flechador, el que une corazones, el símbolo tan usado para caracterizar el mes de Febrero, y tan pervertido por la comercialización actual donde el vender es la meta, porque el tener es lo que cuenta, ha empañado ya tanto su verdadero sentido, que se ha vuelto antiguo, como tan antiguo es el engaño, y la mentira.

El Cupido moderno, como todo lo moderno, busca más significados que formas, más esencias y menos comparsas, más ahorro en todo porque somos muchos, y con más inteligencia para lograr mejores resultados. Y sin embargo, como una buena paradoja de la vida, porque la vida es eso, un conjunto irremediable de paradojas, todavía volvemos a lo antiguo, porque aparentemente reditúa más, y nos enceguecemos todos, como Saramago diría, en su ensayo sobre la ceguera.

¿Qué busco en el otro o en la otra? Hemos perdido el sentido de la “otredad” como misterio, para convertirlo más fácilmente en un objeto de mercado. Me gustas y trato de comprarte, aunque no te conozca. ¿Para qué sirve conocerte si me vas a engañar siempre? Eso parecen decirse muchos jóvenes que van desde la primera noche a satisfacerse, sin entregarse, pero, perdiendo ambos, porque en esa media entrega se deshilachan mutuamente.

La amistad es un borde bueno, un fuerte acantilado, desde donde se pueden medir las olas y atemperar su fragor pasional. La buena amistad es un arrecife que aminora los tsunamis emocionales. Una amistad honesta es una gran fraternidad contra el aislamiento diario. Pero, como una amistad toma su tiempo, preferimos no dimensionarla, nos come la prisa, la emoción de lo inmediato, preferimos el mar abierto, aunque sus olas nos devoren. Hay tiburones llamados enfermedades, depresiones, desilusiones que rompen hasta las articulaciones del alma, pero, los preferimos hasta que vemos flotar los restos sobre el agua. ¡Y no aprendemos!

El cupido moderno, busca también en el amor, un desarrollo sustentable. Sabe, después de tantas tragedias, que hay que construir despacio y fuerte, que los amores a primera vista por lo general se desvanecen. Y le apuesta más a lo que es el otro, que a lo que tiene el otro, sea lo que sea, porque en lo contemporáneo sabemos cómo se puede engatusar, incluso hasta al más avezado. Que hay que construir con el otro, no caer sobre el otro, y menos después de una noche de farra, donde ya difícilmente se levanta uno inmune.

El cupido moderno quiere gozar largamente, porque sabe lo que cuesta la vida. Y como la ama, pretende saborearla toda, en lo difícil, en lo sublime, en lo doloroso, en lo gozoso, por eso se fija en los valores, hábitos, familia, y disciplina del otro, porque quiere construir y desarrollar. Hoy ya muchos cupidos, empiezan a invertir su tiempo y dinero de distintas maneras en esa fecha.

¡Enhorabuena cupidos modernos!

Con un abrazo: Juan Ignacio.

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