martes, 22 de octubre de 2013

¿PAPÁS NOBLES O SANAMENTE INTELIGENTES?

Queridos amigos:

Quiero hoy traer a colación el recuerdo de esta renovada película de reciente aparición: “Nosotros los nobles” que posiblemente ya todos ustedes vieron y si no, los invito a que la vean, porque nos puede dar algunas estrategias para el tema de nuestros hijos y la educación.

Porque sin darnos cuenta, y por todo lo que tal vez nos costó crecer y desarrollarnos como hijos y profesionalmente, queremos darles a nuestros descendientes lo mejor en todo, para que ellos no sufran lo que nosotros, para que tengan mayor seguridad, por los tiempos que corren. ¡Porqué desde luego somos nobles, de corazón, de nacimiento, y hasta tal vez de apellido!

Hay, muchos jóvenes como nuestros hijos, que no tienen que preocuparse de pagar renta, comida, servicios, y poseen la mejor ropa de marca, y los adelantos más sofisticados, porque tienen al mejor papá del mundo. Y esto hace que  cada vez  sean más los jóvenes que aunque terminan su carrera, viven a expensas de sus padres sin buscar independizarse del todo, y sin reconocer el valor de ganarse las cosas a través del esfuerzo.
Esta realidad, aunque se muestra de forma divertida en la película, es una problemática que de acuerdo con los expertos sólo está engendrando una generación de adultos inútiles y débiles psicológicamente: Cosa que ya estamos padeciendo al contar en el País con varios millones de los mal llamados “ninis”.

A los hijos no se les está exigiendo nada, y por eso se les llama ”generación del merecimiento”. Son chicos súper débiles: Se traumatizan con todo, se deprimen de todo, se quieren suicidar por todo, porque no saben luchar.

Les quitamos la capacidad de postergar la gratificación, de trabajar duro y de luchar por lo que quieren porque les damos demasiado. Les enseñamos algo muy grave a los hijos: Su función es recibir, y la nuestra como papás es darles. Les enseñamos a recibir, pero, no a dar, y mucho menos a merecer. Estamos viendo por todos lados, una cantidad de jóvenes malagradecidos, flojos, sin entusiasmo. Les hemos hecho pensar que lo merecen todo, por eso ya no piden, exigen.

Es una generación muy cómoda, viven con pocas carencias y muchas comodidades. No viven las consecuencias de sus conductas o sus malas decisiones, están siendo sobre protegidos y no hay responsabilidades.

Todo esto hace que crezcan en un mundo virtual y ficticio. Un enfoque en el que el fin es la felicidad y no el resultado de acciones gratificantes, y se van quedando como adolescentes permanentes. ¡Cuidado, porque son niños que hoy te piden las cosas, cuando adolescentes te exigen las cosas,  y cuando adultos te quitarán todo lo quetengas!

Por eso queridos amigos veamos algunas estrategias que nos pueden ayudar, reflexionadas de la película:

1. Establezcamos reglas: Los hijos tienen derechos, pero, también obligaciones.

2. Hagamos que los chicos se esfuercen por lo que quieren. El esfuerzo los hará responsables.

3. Cuando el hijo nos pida algo, analicemos sus motivaciones: ¿Quiere tener eso para estar a la moda? ¿Quiere tenerlo para no sentirse menos? ¿O realmente lo necesita?

4. Estemos conscientes de que si los hijos carecen de algo, eso no los traumará por el resto de sus días, al contrario, hagamos que valoren lo que tienen, y formen su carácter, sabiendo esperar y conseguir. Que coman de todo, que no desperdicien, tiren y pierdan. Que ayuden en la casa.

5. Cuando les podamos dar algo especial, ellos tienen que saber que es una gratificación bien ganada. Cuando les damos dinero, ¿Les enseñamos a administrar y exigimos cuentas?

6. Enseñémosles a compartir, a dar, a cooperar, a fraternizar, porque de otra manera los deshumanizamos.

7. Que sepan admirar, y agradecer. Que aplaudan a quien lo merece, que sepan dar las gracias a su maestro después de una clase, o a su mamá después de la comida, o a quien les ha ayudado.

8. Que en el colegio sepan entregar bien sus trabajos, respetar las normas, hablar con respeto y comportarse dignamente. Hoy parece que la vulgaridad nos ha colmado y se los permitimos.

9. Que nos vean modelar la alegría de vivir, siendo amablemente enérgicos y enérgicamente amables. Personas que nos esforzamos, pero, que también disfrutamos, porque merecemos.

10. Y que perciban por nuestro ejemplo que el trabajo, no es un fin, sino un medio por el cual se manifiesta nuestro espíritu, nuestra creatividad, nuestro servicio, y que el dinero sólo es una retribución no siempre justa, ni equitativa, ni el satisfactor pleno de nuestra felicidad.

Con mi cariño: JUAN IGNACIO.

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