Amables lectores:
El pasado 21 de Febrero del
año en curso, Juan Pablo Proal en “Las Tres y un Cuarto” publicó un
artículo de análisis, titulado: “Comí con un narco por error”, y en uno
de sus párrafos dice lo siguiente: La experiencia nos ha enseñado que la
clase política tergiversa, oculta y calla para financiar sus chalets
suizos. ¿Cuáles son las consecuencias sociales? Sefchovich las resume
con precisión: desconfianza, falta de respeto, olvido, desinterés, doble
moral, corrupción, desesperanza. “Los ciudadanos no se sienten con la
obligación ni con el deseo de respetar ni a la ley, ni a las
instituciones, ni a las investiduras, ni a las autoridades, ni a las
personas”.
Y esto, amén de todo lo que en su artículo
desmenuza y que lo invito a leerlo totalmente, nos da pistas para que
usted, yo, y todos sin seguirle dando muchas vueltas al asunto de la
educación tan traída y llevada últimamente, y donde no vemos ningún
avance, por más que nos quieran barnizar el tema, lo podamos ir
entendiendo.
Cuando hablamos de educación, a qué nos
referimos: ¿A capacitar en ciencias, en computación, y poder competir en
pruebas y exámenes con otros países? ¿A mandar representantes como en
las olimpíadas, a unos cuantos atletas, aunque tengamos los primeros
lugares en obesidad y otras enfermedades a nivel País? ¿A tener una
apariencia por estructuras, estadísticas, y datos inflados de
coberturas? ¿A pregonar que ahora el poder ya no lo tiene un sindicato
sino la estructura gubernamental? ¿O a qué nos referimos cuando hablamos
de esto?
Porque Sefchovich nos da la clave: Educar es
hacer que los educandos se hagan ciudadanos, que respetan leyes para
poder saber vivir en comunidad ciudadana, que respetan las instituciones
y forman parte de ellas, que saben obedecer a las autoridades para un
día saber mandar, que saben respetar a las personas y con ellas formar
una democracia, que saben brindar y recibir confianza, que tienen una
memoria histórica, y aman a su País, que serigen por una moral cívica,
de no dañarse a sí mismos, ni a los otros, ni a lanaturaleza. Que saben
cumplir leyes y hacerlas cumplir, para vivir en la justicia, y que saben
gozar y repartir los bienes nacionales para que alcancen para todos y
se pueda vivir en paz y en salud pública y privada. Porque lo demás mal
educa y enferma.
Lo que educa es el ambiente, lo quevemos, de lo que hablamos y
valoramos, y lo que experimentamos como bueno para nosotros y los demás.
Y esto además causa salud, pues, como cualquier ser vivo del universo,
el ser humano es afectado por su medio en el que vive, y se desarrolla,
que lo favorece o que va en su contra.
ISO 9000, este
sistema de calidad aplicado a las empresas, habla en primer lugar de las
cabezas que es de donde baja la voluntad, la decisión, y el entusiasmo
para mejorar la producción y los resultados. ¿Qué quieren las
autoridades de nuestro país? ¿Se quiere en serio mejorar la educación?
¿Se quiere mejorar la salud pública? ¿Queremos dejar de hablar de dinero
y presupuestos para mirar lo que sí presupone educar?
¿Y
usted también lo quiere? ¿Quiere en serio que mejore la educación y la
salud entre nosotros? Preguntémonos entonces cómo está el ambiente en
nuestro pequeño mundo de casa, familia, empresa, donde podemos influir y
lograr algo mejor y más sano, para que al darnos cuenta de cómo
influimos y hacemos cabeza los adultos, podamos decidirnos a cambiarlo
que se necesite cambiar, para lograrlo. Animémonos a participar, a
romper la cadena del conformismo, sumisión, patologías y mala educación.
Que nuestros chicos vean, oigan, y sientan un ambiente de verdad,
justicia, y amor. ¡Merecemos algo mejor! ¿No cree usted?
Con mi cariño:
Juan Ignacio
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