sábado, 8 de marzo de 2014

De educación, patologías y otras cosas.

Amables lectores:

El pasado 21 de Febrero del año en curso, Juan Pablo Proal en “Las Tres y un Cuarto” publicó un artículo de análisis, titulado: “Comí con un narco por error”, y en uno de sus párrafos dice lo siguiente: La experiencia nos ha enseñado que la clase política tergiversa, oculta y calla para financiar sus chalets suizos. ¿Cuáles son las consecuencias sociales? Sefchovich las resume con precisión: desconfianza, falta de respeto, olvido, desinterés, doble moral, corrupción, desesperanza. “Los ciudadanos no se sienten con la obligación ni con el deseo de respetar ni a la ley, ni a las instituciones, ni a las investiduras, ni a las autoridades, ni a las personas”.

Y esto, amén de todo lo que en su artículo desmenuza y que lo invito a leerlo totalmente, nos da pistas para que usted, yo, y todos sin seguirle dando muchas vueltas al asunto de la educación tan traída y llevada últimamente, y donde no vemos ningún avance, por más que nos quieran barnizar el tema, lo podamos ir entendiendo.

Cuando hablamos de educación, a qué nos referimos: ¿A capacitar en ciencias, en computación, y poder competir en pruebas y exámenes con otros países? ¿A mandar representantes como en las olimpíadas, a unos cuantos atletas, aunque tengamos los primeros lugares en obesidad y otras enfermedades a nivel País? ¿A tener una apariencia por estructuras, estadísticas, y datos inflados de coberturas? ¿A pregonar que ahora el poder ya no lo tiene un sindicato sino la estructura gubernamental? ¿O a qué nos referimos cuando hablamos de esto?

Porque Sefchovich nos da la clave: Educar es hacer que los educandos se hagan ciudadanos,  que respetan leyes para poder saber vivir en comunidad ciudadana, que respetan las instituciones y forman parte de ellas, que saben obedecer a las autoridades para un día saber mandar, que saben respetar a las personas y con ellas formar una democracia, que saben brindar y recibir confianza, que tienen una memoria histórica, y aman a su País, que serigen por una moral cívica, de no dañarse a sí mismos, ni a los otros, ni a lanaturaleza. Que saben cumplir leyes y hacerlas cumplir, para vivir en la justicia, y que saben gozar y repartir los bienes nacionales para que alcancen para todos y se pueda vivir en paz y en salud pública y privada. Porque lo demás mal educa y enferma.

Lo que educa es el ambiente, lo quevemos, de lo que hablamos y valoramos, y lo que experimentamos como bueno para nosotros y los demás. Y esto además causa salud, pues, como cualquier ser vivo del universo, el ser humano es afectado por su medio en el que vive, y se desarrolla, que lo favorece o que va en su contra.

ISO 9000, este sistema de calidad aplicado a las empresas, habla en primer lugar de las cabezas que es de donde baja la voluntad, la decisión, y el entusiasmo para mejorar la producción y los resultados. ¿Qué quieren las autoridades de nuestro país? ¿Se quiere en serio mejorar la educación? ¿Se quiere mejorar la salud pública? ¿Queremos dejar de hablar de dinero y presupuestos para mirar lo que sí presupone educar?

¿Y usted también lo quiere? ¿Quiere en serio que mejore la educación y la salud entre nosotros?  Preguntémonos entonces cómo está el ambiente en nuestro pequeño mundo de casa, familia, empresa, donde podemos influir y lograr algo mejor y más sano, para que al darnos cuenta de cómo influimos y hacemos cabeza los adultos, podamos decidirnos a cambiarlo que se necesite cambiar, para lograrlo. Animémonos a participar, a romper la cadena del conformismo, sumisión, patologías y mala educación. Que nuestros chicos vean, oigan, y sientan un ambiente de verdad, justicia, y amor. ¡Merecemos algo mejor! ¿No cree usted?

Con mi cariño:

Juan Ignacio

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