sábado, 9 de agosto de 2014

¡CUANDO NO BASTA SER BUENOS!

El 4 de agosto del año en curso, el periódico Plaza de Armas presentaba un extenso artículo sobre una banda de jóvenes en Acapulco Guerrero, una decena de buenos estudiantes de profesional, de clase media, de quienes no había queja alguna de conducta o estudios, todos con buen promedio, conocidos en su ambiente estudiantil como buenos compañeros, y en sus familias como buenos hijos, no drogadictos o alcohólicos, y de buena apariencia, que se dedicaban a secuestrar compañeros haciéndose amigos de ellos, visitando incluso a sus familias, y a quienes teniendo ya confianza,atraían a alguna reunión, y ahí los plagiaban, torturaban, pedían rescate, y como podían ser reconocidos por ellos, les daban muerte. ¡La sociedad al conocer esto se ha quedado desconcertada, dudosa, y con grandes interrogantes!

Y ciertamente que al terminar de leer el artículo, y saber cómo con un hacha descuartizaban los cuerpos para desaparecerlos, habiéndolo hecho con más de diez jóvenes hombres y mujeres, compañeros de ellos, sin mayor razón y motivo, uno se pregunta ¿Por qué lo hacían? ¿Dónde vino la perversión de sus mentes y corazones? ¿Jóvenes buenos, pero, borregos? ¿De buenas familias pero, sin convicción?

Espanta esto a una sociedad que nos ha enseñado a “ser buenos”, a fijarnos en las apariencias, buenas chicas ochicos, con buenas calificaciones, buenos rostros, buenos coches, buenas familias, buena vestimenta, pero, que ahora descubre que eso no basta porque las apariencias engañan, y la maldad se escurre como una sombra por atrás de la bondad natural y no trabajada o querida, lograda, conquistada.

Hay muchos niños y niñas buenos de la clase media, que no han tenido el hartazgo del consumismo de la clase alta, ni la necesidad lacerante del que no tiene nada, y que han tenido “buena educación” de “buenos padres y familias” de esa mayoría silenciosa, y trabajadora incapaz de unirse y revelarse ante la corrupción, de solidarizarseante las injusticias, de moverse y hacer algo ante las apariencias gubernamentales, por miedo a perder… ¿Qué? “Las buenas apariencias, de gente no revoltosa, y de buen vivir”. Y enseñando así la pasividad y el conformismo, aunque haya sólo  la queja verbal.

Nadie permanece bueno por naturaleza, si no lo logra por convicción. Si no decide hacer el bien y no el mal, aunque lo pueda hacer. Si no cuida su mente y su corazón del engaño en una sociedad hipócrita y de apariencias. Si no se cuestiona, participa, sirve, ayuda, y hace el bien porque quiere hacerlo. Si no descubre su libertad, su responsabilidad y las consecuencias. Amarse a sí mismo, al prójimo y por tanto a la familia y a la sociedad, tiene un costo de disciplina y esfuerzo que hay que pagar. Y eso hay que aprenderlo. Aprender a cuidar el cerebro y el corazón en lo que leemos, vemos, hacemos. Por eso, entre otras formas de hacerlo y lograrlo, nosotros lo invitamos a nuestros diplomados, todos los jueves de 9 a 11 ó de 11 a 1 de la tarde en el salón San Joaquín del Hotel Real de Minas tradicional, porque de una mente sana y entrenada depende nuestra vida funcional y plena.

¡Sigamos formándonos, porque lo que no se formase deforma!

Con mi cariño: Juan Ignacio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario