martes, 5 de mayo de 2015

Desarrollo humano



Amigos lectores:

En época de elecciones, valdría la pena aprovechar para hablar de civismo, de lo bueno y  lo malo del País, de sus sistemas y secretarías, de lo que producimos y necesitamos, y en fin, de todo lo que nos conforma, pues, ayudaría a la educación en las escuelas y de buena información en los medios, y no sólo el estar oyendo por radio y televisión una sarta de descalificativos y de propagandas nada creíbles, mentirosas, y engañosas.
Luis Ernesto Derbez, rector de la universidad de las Américas Puebla, analizó en una conferencia, que el periódico Plaza de Armas de Querétaro informó el 24 de Abril pasado, sobre la impunidad en México, ofreciendo una serie de datos muy interesantes, entre ellos destaco algo que me llamó poderosamente la atención: “Ni Estados Unidos se salva pues tiene un índice de impunidad del 56.4 % que lo ubica por encima de países como Ucrania, Mongolia o Bosnia. Lo que demuestra según el estudio que la riqueza de los países y sus altas capacidades económicas  de producción, no necesariamente son un factor determinante para que haya más o menos impunidad. En cambio un bajo índice de desarrollo humano, combinado con desigualdad y corrupción, sí son factores comunes en los países con los mayores grados de impunidad”.
Necesitamos urgentemente que cualquier candidato presente un proyecto donde claramente se ataque la desigualdad y la corrupción, pero, en serio, no con pantomimas disfrazadas para calmar ánimos, y por otro lado, el favorecer por todos los medios y en todos los ámbitos el desarrollo humano, que no sólo se refiere a la educación formal, a la consecución de carreras profesionales, y obtención de títulos, sino algo más.




Todas las formas y detalles que hacen que un ser humano se desarrolle, y se desarrolle bien y como tal: Todo lo que enaltezca su espíritu, ya sean palabras, trato, formas, veracidad, belleza, bondad. Y que se produce en todos los ámbitos y de todas las maneras, como un saludo, o despedirse al finalizar las labores, como el hablar por el nombre de las personas, demostrando respeto, como el saber usar los adjetivos propios cuando hablamos. La buena atención en las oficinas, los mensajes de los medios de comunicación, la exigencia en la calidad de sus contenidos, la producción de buenas películas, obras de teatro, y espectáculos que eleven la moral y nutran la necesidad de belleza en el humano.
La consecuencia de los actos en todos lados, que nos lleve a exigirnos más cuidado, y un trato digno a todos. La premiación a colonias que cuiden sus entornos, que los hagan hermosos. El tener una ciudad limpia, ordenada, donde todos vayamos siendo responsables de que funcione el tránsito, y existan los buenos modales. El apoyo a periodistas y editorialistas que nos entreguen información veraz, profunda, sin miedo a represiones. Un estado donde las cabezas, los que gobiernan sean los primeros en el cuidado del desarrollo de su humanismo.
Y donde vayamos desterrando la vulgaridad, la prepotencia, los abusos y el cinismo que lanza el anuncio de que “ni te veo ni me importas”. En fin, un ambiente donde nos sintamos humanos entre humanos, abiertos a la confianza, y el buen vivir.
Porque es el ambiente lo que educa, y el cuidado diario en las instituciones como en las personas de su formación, dado que lo que no se forma se deforma. Y esto ya lo apetecemos todos, ¿O no es así, amigo lector?    
Con mi cariño: JUAN IGNACIO

No hay comentarios:

Publicar un comentario