Amigos
lectores:
Ante la realidad tan descarnada que vivimos hoy por todos lados, de injusticias, atracos, cinismo político en elecciones, incapacidad de educar en serio con el ejemplo y disque hacer reformas teóricas, querer restablecer el orden en otros países y ser refutados por la falta de coherencia nacional, los periodistas perseguidos con camuflaje de protegidos, la ola de crímenes diariamente, y las peliculezcas detenciones de autoridades saqueadoras de estados, que no son juzgados debidamente porque amenazan con exhibir las conexiones de su corrupción, y tantas otras cosas, vale la pena no perdernos y preguntarnos por lo esencial que nos constituye: El amor.
Define el diccionario al amor como:
“Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se
le desea todo lo bueno”. Esta definición nos cuestiona entonces sobre nuestro
vivir, qué tanto estamos “vivos”, para que se pueda desprender de nosotros este
“vivo afecto”. Porque, resulta que es fácil decir amar, pero, hacerlo no es tan
fácil. Es como la sinceridad, a todo el mundo le encanta la sinceridad, hasta
que conocen a alguien que la practica.
¿Cuál es el amor que fortalece? Pues, el verdadero
amor, o sea, aquel que se practica conscientemente. Igual en sus
manifestaciones, por eso decimos que un “abrazo” que todos necesitamos varios
al día, no es el que se da por dar, sino que el verdadero abrazo requiere
“atención e intención”. Que una caricia, sea una buena palabra, un
agradecimiento, un reconocimiento, un ascenso, una remuneración, como una
caricia física, requiere para ser tal, o sea para que sea una manifestación del
verdadero amor, “que te haga sentir persona”. Y es que eso es lo que nos
fortalece, el “sentirnos amados”, por eso decimos incluso que el amor cura”
porque la base de la infelicidad está en no sentirse amado.
Y todos los días se nos presentan oportunidades
para hacerlo, puesto que todos los días convivimos unos con otros, sólo hay que
vivir intensamente, o sea, con “atención que despierte nuestra intención”. ¡Ese
es el chiste de vivir!
Cuentan que una noche, un hombre y una mujer
entraron en un pequeño hotel buscando donde resguardarse de la lluvia, y se
acercaron a la recepción. ¿Tienen alguna habitación desocupada?
Desafortunadamente todas están ocupadas, respondió el recepcionista, pero, no
puedo dejar a una pareja tan linda, en la calle con esta lluvia. Pueden usar mi
cuarto, no es el mejor, pero, al menos pueden dormir ahí. La pareja se sintió
incómoda con la propuesta del joven recepcionista, pero, él insistió y
aceptaron la oferta.
A la mañana siguiente el hombre le dijo, veo en
ti un futuro gerente, deberías dirigir uno de los mejores hoteles, de los
Estados Unidos. Tal vez algún día construya uno para ti.
Pasaron dos años, el recepcionista ya se había
olvidado de lo sucedido. Cuando de repente recibió una carta de aquel hombre.
Le recordó lo de aquella noche, y adjunto venía un boleto de avión para Nueva
York. Lo recibió en el aeropuerto y lo llevó a la quinta avenida y la calle 34,
señaló un edificio grande recién construido, y le dijo: Este es el hotel que
construí para ti, ¿Está bromeando? Se sorprendió el recepcionista. EL hombre se
llamaba William Waldorf Astor, y el majestuoso edificio era su hotel, THE
WALFORF ASTORIA, el joven recepcionista se convirtió en el primer gerente del
hotel, se llamaba George Boldt.
El recepcionista atentamente vio lo que
sucedía, y tuvo la intención de servir, de ayudar, y el universo encontró una
manera de recompensar su buena acción. Así pasa con el amor, tú das y te
regresa de alguna forma.
Amigos lectores, no perdamos nuestra esencia,
no perdamos la oportunidad diaria de vivir, con “atención e intención de hacer
el bien”, o sea de amar, eso impedirá que también nosotros nos corrompamos, y
seamos un eslabón más en la cadena.
Con mi cariño: JUAN IGNACIO
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