domingo, 25 de octubre de 2009

Nuestra gran amiga y maestra: la muerte

Amigos de nuestra página, un saludo cordial en este mes que termina y nos abre enseguida a la famosa fiesta de “muertos”, por lo que ya desde ahora empezamos a ver los panes, adornos, emblemas y todo lo comercial al respecto, dado que se ha vuelto el gran producto del mercado. Sin embargo, la “muerte como tal”, ya no de dulce, chocolate, o calaveritas de adorno, sino nuestra muerte, es algo que nos asusta y de la que cuando se habla de ella, “tocamos enseguida madera”…no vaya a ser que la invoquemos.


Sin embargo, la muerte es algo tan natural en nuestro proceso existencial humano, que todas las culturas antiguas, y en nuestro entorno, las culturas mesoamericanas, la trataban como una parte del vivir, que abría a otra etapa, período o proceso.


Tzompantli


Pero, a finales del siglo antepasado se empezó a desterrar del lenguaje, de la cultura, de mirarla como un proceso normal y cotidiano, porque estorbaba. Se tenía que hablar de “salud”, “belleza”, “éxito”, la “juventud” era el prototipo de un humanismo exitoso, de ahí el subrayar musculatura, colores, olores, sabores, y todo lo que atrajera a los sentidos y vendiera más…y se fue quedando atrás “la fealdad”, “la enfermedad”, “la vejez”, “el dolor”, y por todos los medios, aunque sin resultado alguno, se trató de quitar de nuestra realidad todo lo que conllevara la idea de fin o término…las aspiraciones tenían que ser a lo perenne, a lo inmortal, a eternizarse, pero, como no hay nada más contraproducente que negar la verdad, hemos tenido que ver ahora a la muerte, enfermedad, dolor, vejez, y a lo que no cuadra con la belleza de moda, con pánico, como algo nefasto, de lo que hay que huir, cayendo entonces en la inseguridad, insatisfacción, falta de sentido, superficialidad, depresión, aislamiento, soledad, exageración y…” muerte”.


Y no obstante todos los avances modernos seguimos viendo jóvenes morir de anorexia y bulimia, suicidios a granel por no encontrar sentido a la vida, a pesar de los colores, diversiones, permisividad, y no hablar, ni acercarles nada que parezca fealdad, dolor, vejez, sufrimiento, límites o compromiso.


¿No será que la muerte como límite natural y necesario es el mejor antídoto contra el desperdicio del tiempo?, ¿No es acaso la muerte lo único que puede avivar en nosotros la humildad, quitando expectativas, e imaginaciones de control, poder y mando sobre los demás y sobre la vida?, ¿No es la muerte misma la que nos lleva a saborear la vida en cada instante que la constituye?, ¿No es verdad que sólo con dolor se crece?, ¿No es la edad la que nos da experiencia, sabiduría y consejo?, ¿No es la fealdad la que nos obliga a mirarnos y a buscar la auténtica belleza?, ¿No es la enfermedad una palestra de crecimiento?.


Sólo aprendiendo a morir cada día a nuestro ego, sólo sabiendo aceptar nuestros límites, sólo en la humildad del encuentro con los demás y en su aceptación, sean quienes sean, nos prepararemos a ese proceso natural, cierto y sabio que es la muerte, porque sólo ella nos abre a la esencia de todo, al encuentro genuino y sin máscaras, a la RESURRECIÓN.


Desde nuestra página los invito a prepararnos al día de muertos, no sólo como fiesta folklórica y ricamente cultural, sino también a una “fiesta existencial, con nosotros mismos”, por ejemplo: Pensando tranquilamente en nuestra muerte como algo natural y hermoso que nos llevará a otra etapa. O escribiendo nuestro propio epitafio ¿Qué te gustaría se dijera y escribiera al pie de tu tumba? O Haciendo en esos días una velada hermosa, con amistades o familiares, de agradecimiento a cada uno de los que estén ahí, por algo bueno que tengan, hayan hecho, o merezcan, pues, ya después de muertos ni caso tiene. O invitarlos a tomar un rico chocolate o café con pan de muerto, expresando lo bueno de los familiares que nos han precedido, o hablando de lo que en este año hemos hecho por una vida mejor de nosotros mismos, o del prójimo, y del País.


¿Se atreven? ¡Ojalá que sí, y nos escriban platicando lo que hicieron!

Con un gran cariño de vivos en el día de muertos:


Juan Ignacio

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