martes, 14 de junio de 2011

¡DÍA DEL PADRE Y PATERNIDAD!

Si vale la pena celebrar el día de la madre, vale la pena celebrar el día del padre, con la misma intención que las celebraciones mundiales tienen, de detenernos, extraernos de la rutina, para hacernos conscientes del valor de lo que se celebra: Que sin maternidad y paternidad, este mundo se seguirá deshumanizando, que es como decir, desvalorizando, desvitalizando, destruyendo.





Pero, entonces vale la pena que profundicemos un poco en esto que celebramos, porque a decir verdad y con toda la oleada de ataques a la familia, al matrimonio, a la vida, que estamos teniendo, la desorientación aumenta. Como con la película recién, “La Otra Familia”, donde haciendo gala de los metalenguajes, para atraer al público, y usando el esquema de antagonismos, donde todos los heterosexuales son malos, depravados, infieles, etc. y los pocos que no lo son, son pobres de dinero y cultura, por lo que terminan aceptando como mejor que la vida de un niño en juego, se vaya a la otra cancha, donde los homosexuales son los bellos, buenos, ricos y normales, y donde el público sale casi aceptando y mentalizándose no por lo humano, sino por la emergencia, que es mejor. Igualmente nos ha pasado con los condones, anticonceptivos, infidelidades, droga, mordida, corrupción, politiquería, etc. donde acabamos diciendo que es mejor a lo peor, perdiendo de vista, y por tanto de exigencia, lo que es natural, bueno, humano, y que desarrolla.

Porque en estos temas no aplica aquello de que “en la variedad está el gusto”, ni de que “el fin justifica los medios”, sino que en la profundidad está la respuesta; de que aceptar y tolerar, no es confundir; y de que si hay que respetar, implica a todos, también a las minorías respecto a las mayorías.

Ser padre, o hablar de paternidad, implica muchas cosas, que no sólo engendrar, y que por tanto requiere de tiempo, esfuerzo, dedicación, presencia, modelaje, voluntad, diálogo, y equilibrio con el ser madre y la maternidad, de manera que pueda surgir la armonía, el crecimiento natural en su propio medio, y la conexión con los dos polos necesarios para hacerlo.

Pero, hay algo más a lo que hoy me quiero referir. Jesús Silva Herzog en un artículo en la revista Nexos, hablando en su tema de economía, dice claramente una verdad: “Una banca que no presta, junto con un fisco que no recauda, no son los mejores elementos para apoyar el desarrollo económico del País”. Y me pregunto haciendo un parangón, si no es lo mismo en la familia: “Una paternidad que no presta su tiempo para amar, su experiencia para formar, su presencia para educar, su personalidad en el modelaje, su paciencia como adulto y comprensión para orientar , su pasión por la vida para contagiar, y sus errores para reconocer y crecer. Así como si no hay la exigencia para que el hijo responda, dé, coopere, contribuya, se integre, haga por la comunidad, y participe, entonces, no se darán los mejores elementos para lograr el desarrollo de la familia”.
Es dando y recibiendo solamente, como se pueden formar las comunidades, lo demás nos hace únicamente, sociedades mercantiles, de consumo, comerciales, de intereses variables, pero, no de desarrollo humano.

No es fácil. Ya Malraux decía “hacen falta sesenta años para hacer a un ser humano y después sólo sirve para morir”, olvidando que más allá de toda consideración acerca de lo verdadero y lo falso, como dice Carlos Fuentes, “se encuentra lo vivido”. Y es esto precisamente la paternidad, la nostalgia del eslabón humano que se transmite de generación en generación, dando lo mejor, lo más desarrollado, a través de alguien que ha vivido, que quiere continuar la especie de la mejor manera, y que se apasiona en hacerlo, logrando lo que dice Gabriela Martínez Corona, “la liberadora libertad de esclavizarse”, porque ser padre, al igual que ser madre, es esto, una decisión consciente de que nuestro tiempo, vida y esfuerzos va en ello, no como lo total y único, pero, sí como la decisión más existencialmente comprometedora en el uso de nuestra libertad para el gran proyecto: Los hijos.


JUAN IGNACIO CALVA MORALES.

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