Amigos, hoy los saludo, y quiero al escribir y leernos, hacer notar la importancia del mes de Julio, no porque los demás meses no la tengan, pues al contrario, la mayoría de ellos son tan importantes que ya están etiquetados con algún festejo, o día dedicado a algo sobresaliente, y del cual se hace comercio, desde luego. Pero, resulta que Julio, cae hacia la segunda mitad del año, cuando hay vacaciones escolares, y donde se sale, se pasea, y el tiempo, las efemérides, y los deberes quedan un poco en el olvido.
Pero, precisamente por eso, es importante este mes, porque al salir de una rutina diaria, nos hace encontrarnos con esas partes que nosotros mismos hemos limitado por dar prioridad a otras que nos parecen del interés inmediato, dejándolas para cuando haya tiempo, y cuando hay tiempo, o sea ahora, en vacaciones, se nos olvida, o nos resulta difícil, por el miedo o la pereza retomarlas.
Hoy me refiero concretamente, a “las amistades, a las verdaderas”, no a las que nos lleva a encontrarnos el diario convivir, o a encararlas por el salón de clases, o que llamamos así, aunque sean más bien compañeros, camaradas, o conocidos.
Hay un día en el mes de Febrero que celebra la importancia de la amistad y el amor, pero, todo el resto del año, nos queda para realizarla, para ejercitarnos en esa amistad, para cultivarla. Y eso es lo que no hacemos, y entonces poco a poco, nos vamos encontrando en un mundo pletórico de gente, con más de cinco mil millones de desconocidos sobre la tierra, con quienes tal vez nos atrevemos a escribir por el correo electrónico, pero, con quienes no nos atrevemos a vernos cara a cara, a platicarnos, a dar y recibir. Hoy más que nunca somos una “multitud solitaria de seres humanos”, y esto con todas sus consecuencias.
Y es que si queremos cambiar nuestra cultura, o sea, esto que cultivamos y que nos ha dado por resultado aislamientos enfermizos, encerramientos patológicos, incomunicación, quien dijera en esta época, y depresiones al por mayor, o el temor a todo, la desconfianza entre todos, el desinterés por el de al lado, el desconocimiento del vecino, y al rato el susto de quiénes nos rodeaban. Pues, entonces tenemos que ya no hacer lo mismo, si queremos distintos resultados.
Y esto es precisamente lo que necesitamos, y a lo que hay que dedicarle tiempo, ya que, la verdadera amistad requiere de tiempo, para expresar nuestros sentimientos, y para recibir los del otro, para tejer con humildad, la necesidad y dependencia mutuas, para llenar las horas de nuestra existencia, cargándolas de sentido, de compañía, de confianza y buen humor, de salud y alegría.
“Aprender a recibir amistad nos puede conducir a un verdadero dar”. En general tenemos miedo de que la gente nos conozca y encuentre algo que les disguste y nos rechace. Hay quien su única manera de dar es haciendo favores, buenas gentes, pero, desconocidos. Con una gran barrera en la verdad sobre ellos mismos, su realidad, y por tanto sin poder dar paso a un acercamiento verdadero, a una intimidad, o a un verdadero encuentro. Hay que aprovechar este mes, estas vacaciones, para enseñar a los hijos a visitar a las amistades, a dedicarles tiempo, a recibirlas, a provocar el encuentro profundo, a saborear el estar juntos, el quitar barreras para tener en la vida verdaderas amistades. Pero, esto hay que planearlo, hay que educarlo, hay que realizarlo como parte de la aventura vacacional. ¡Aprovechemos Julio, un mes para lo profundo!
Con mi cariño: JUAN IGNACIO.
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