lunes, 3 de junio de 2013

LA PERMEABILIDAD DE LAS INSTITUCIONES



Hoy, a unos meses del nuevo gobierno vamos viendo mucha desilusión, y el “pacto por México” como imagen pública se ha desgastado, porque parece que vamos remando para lados distintos los ciudadanos y el gobierno.


El gobierno insiste en la construcción de un estado fuerte y el fortalecimiento de la oficina presidencial, mientras que el pueblo siente que nuestras dificultades no surgen de una supuesta debilidad del estado mexicano como tal, sino de su utilización parcial y el aislamiento de la clase política de la sociedad.



 El 73% de la población se encuentra insatisfecha con el funcionamiento de la democracia. Y el artículo de John M. Ackerman en la revista Proceso del 21 de Abril de 2013, sigue profundizando al respecto.
Si esto fuera sólo a nivel político no nos asustaría, diríamos que es el continuismo, el favorecer a los cuates en turno, el ver los propios intereses y…más de lo mismo.
El problema es que si en una empresa el 80% de los errores son imputables a las cabezas, en la empresa nación, con más razón…y ¿En la empresa familia?
Porque vamos aprendiendo eso que vemos, escuchamos, nos dicen que es lo urgente “el fortalecimiento de la cabeza y la economía” cuando sentimos que lo urgente es que la clase política se encuentre con y entre el pueblo, que las leyes surjan de ahí, que no se aplique sólo para unos y se persiga a otros, y que vayamos juntos en la misma dirección.
Hoy también papá y mamá sienten que deben hacer fuerte la economía familiar, y salir a trabajar los dos, aunque se vaya marcando un distanciamiento con los hijos, una falta de comunicación entre todos, y el poder económico que se va logrando se use para cosas no necesarias, ni con el consenso de todos, ni en justicia, ni en democracia.
 Se va rompiendo la nación como institución, y se va rompiendo en consecuencia la familia como célula social. Ya no creemos en el discurso político, pero, tampoco en el de los papás, porque va sonando a hueco, no vemos coherencia: “Lo más importante son mis hijos, la familia”, pero, no se les da ni tiempo, ni encuentro, ni vida. “Nadie sobre la ley” y vemos que toman rectoría, casetas, destruyen tiendas, se usa el dinero con fines electorales, y no pasa nada.
 Así lo vemos, así lo aprendemos, así lo imitamos. Y todo va permeando de arriba para abajo, y las instituciones como marco referencial dejan de ser significativas. Esta es la gravedad del problema, que llega a toda la sociedad.
Nos vamos volviendo débiles ante los principios, y prepotentes con los débiles.
¿Ese es el México que queremos, querido lector?

Con un fuerte abrazo: 

JUAN IGNACIO.

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