domingo, 5 de octubre de 2014

EL CIELO Y EL INFIERNO

Sin duda hemos escuchado muchas veces la frase: “el cielo y el infierno nos lo hacemos nosotros, aquí y ahora”. Sin menospreciar las creencias de cada quien ni la fe en la vida eterna, pienso que hay una gran carga de verdad en la frase.

Cuántas historias escuchamos a diario que son melodramas o telenovelas con una dosis elevada de acontecimientos trágicos, desde quien no paga impuestos y le cae hacienda, hasta el que le es infiel a su pareja y tiene que ocultar la mitad de la vida por cada lado.

Por mi profesión, escucho con frecuencia en el consultorio historias de verdadero infierno y me pregunto por qué los seres humanos, en ocasiones buscamos el lado más complicado de las cosas y comenzamos con pequeñas mentiras que después se van convirtiendo como la bola de nieve, en enormes secretos que guardar o en angustia y temor a ser descubiertos.

Nunca mejor aplicada la frase: “la verdad nos hace libres”. Cuando no tienes nada que ocultar, cuando puedes dejar tu teléfono en cualquier sitio sin miedo a que vean tus recados o llamadas, cuando regresas a tu casa y puedes hablar con libertad de lo que hiciste o con quien estuviste. Esa libertad que sólo da la verdad es la que nos han mostrado los grandes líderes y las personas a las que admiramos.

El cielo de la libertad, el paraíso de ser quien eres y no tener la necesidad de mostrarte como una máscara toda tu vida, es el gran reto que tenemos los humanos. Vivimos en tiempos en que parece que el infierno predomina, porque salen a relucir los grandes fraudes, los engaños sociales las trampas de las instituciones desde las más profanas a las estrictamente religiosas, pasando por las políticas y familiares.

La buena noticia es que el cielo está al alcance de la mano, o de la mente. Podemos, a través de dirigir nuestro pensamiento, crear el cielo en nuestro interior y a través de la palabra a nuestro alrededor. Merece la pena el esfuerzo, la disciplina constante para reconocer en primer lugar lo que estamos pensando y después tomar la decisión de si la inversión de tiempo y energía que adjudicamos a ese pensamiento merece la pena o mejor lo dejamos fluir y nos empeñamos en un pensamiento más positivo y creativo.



Mi deseo para este año que va finalizando es que cierres de una vez por todas el camino al pensamiento destructivo, al juicio y prejuicio, a la palabra ofensiva y abras la mente a lo que construye, al pensamiento creativo, que da sentido a la vida y que genera en tu hipotálamo los químicos adecuados para el bien vivir y la actitud positiva.

Depende de ti, no es cuestión de que cambien las cosas ni las personas de tu alrededor, tú eres el dueño. Maneja con responsabilidad y decisión tus pensamientos para que vayan a tu favor y no en tu contra.

Con mi cariño de siempre: JOSÉ LUIS
joseluis@dordesa.com

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